Walter Ferrarotti

septiembre 16, 2011

Vértigo

VÉRTIGO

ASCENSO Y DESCENSO

Por Walter Ferrarotti

LA ESPIRAL HELICOIDE

En Vértigo, Hitchcock pone de manifiesto una serie de figuras arquetípicas, constitutivas de la puesta en escena, que configuran una matriz simbólica a partir de la cual el film inicia su despliegue de sentido.

En su ensayo sobre Vértigo, “La hélice y la idea”, Eric Rohmer, resalta la utilización por parte de Hitchcock “…de un doble motivo geométrico, el de la recta y el círculo (…) Recta y círculo se lían por mediación de una tercera dimensión: la profundidad…”[1] conformando así la espiral helicoide. Esta aseveración de Rohmer está prematuramente corroborada en el nombre del film[2] y en la animación de los títulos diseñados por Saúl Bass.

En Vértigo la espiral helicoidal se manifiesta numerosas veces a lo largo de toda la película[3], pero esencialmente está presente en el rodete de Madeleine (duplicado del que aparece en el retrato de Carlota Valdez) y en la escalera que asciende a la torre del campanario de la Iglesia San Juan Bautista. La espiral helicoidal es un círculo abierto que se despliega verticalmente circundando una recta o eje vertical, y está estrechamente relacionada con otras tres figuras arquetípicas que también se encuentran en Vértigo: la escalera, la torre y el laberinto.

LA ESCALERA Y LA TORRE
                   “Jacob salió de Berseba y fue a Jarán. Llegando a cierto lugar, se dispuso a hacer noche allí, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal, y acóstese en aquel lugar. Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.”[4]
 
 
“Cógete bien, ya que por esta escala
-dijo el maestro exhausto y jadeante
es preciso escapar de tantos males.”[5]
 
“de color de oro que el rayo refleja
contemplé una escalera que subía
tanto, que no alcanzaba con la vista.
Vi también que bajaba los peldaños
tanto fulgor, que pensé que la luz
toda del cielo allí se difundiera.”[6]

La escalera, como modelo ejemplar, está unida al concepto de movimiento ascendente y descendente a lo largo del axis mundis[7] (eje del mundo) conectando los tres mundos cósmicos: el inframundo, la tierra y el cielo. La escalera figura el paso de un plano a otro, o de un modo de ser a otro y representa el acceso a la realidad y lo trascendente, que va de lo irreal a lo real, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la inmortalidad. Cuando la escalera “…tiene una forma espiraloide, atrae la atención sobre el foco del desarrollo axial, que puede ser Dios, un principio, un amor, un arte, la conciencia o el yo propio del ser que está en curso de ascensión y que se apoya enteramente en este foco, alrededor del cual dibuja sus volutas (…) La escalera es el símbolo de la progresión hacia el saber, de la ascensión hacia el conocimiento y la transfiguración. Si se eleva hacia el cielo, se trata del conocimiento del mundo aparente…”[8] Al promediar el primer acto Scottie se ve imposibilitado, por su pánico a las alturas, de continuar su ascenso escaleras arriba hacia el campanario para evitar el fatal suicidio de su amada. Y al promediar ya la película, asciende por esa misma escalera para desvelar el espejismo proyectado por Judy-Madeleine y descubrir así, que fue víctima de un ardid en donde se lo utilizó, debido a su trauma, para ser testigo de un falso suicidio que encubría un asesinato. Al lograr ascender por la escalera hacia la torre/campanario nuestro héroe pasa del plano de la irrealidad-oscuridad al plano de la realidad-luz[9], y este acto le prodiga la cura de la acrofobia[10] y el descubrimiento de la verdad al poner en evidencia el dispositivo de simulacro maquinado por Gavin Elster. La torre/campanario es un arquetipo que en relación con el axis mundis es también un símbolo ascensional y traduce una energía solar regeneradora. Energía de la cual Scottie es beneficiario al conquistar la cima liberándose del error de las apariencias y metamorfoseando así a Judy-Madeleine en una mera ilusión que se escurre entre sus manos para precipitarse al vacío[11].

 

LA SALIDA DEL LABERINTO

 
“—Lo que más tememos —dijo el sacerdote en voz baja— es un laberinto sin centro. Ésa es la razón por
 la cual el ateísmo no es más que una pesadilla.”[12]
 
 “Señor –le dije-, clavo la rodilla y la frente,
pero, ¿cómo salir de la noche doliente?
Y respondió:En su noche toda mañana estriba:
de todo laberinto se sale por arriba”[13]

Scottie visita a Gavin Elster en su oficina y éste le encomienda vigilar a su esposa presuntamente poseída por el fantasma de Carlota Valdez, muerta cien años atrás. El héroe se muestra vacilante pero aun así acepta la misión y comienza a seguir a Madeleine, y en ese derrotero San Francisco se convierte en un intrincado laberinto. Una manifestación de ésta transmutación de la ciudad en un meandro se evidencia cuando, al día siguiente de que Scottie rescatara a Madeleine de las frías aguas de la bahía, aquel retoma su misión siguiendo a la mujer en automóvil con un renovado afán. En el trayecto nuestro héroe se muestra turbado ante el errático recorrido por el cual lo guía la enigmática mujer, que da vueltas sin sentido como si estuviera extraviada. El destino de Madeleine era la casa de Scottie, la cual encuentra gracias a la orientación que le proporciona la torre Coit[14]. Más adelante podemos ver la figura del  laberinto en el bosque de secuoyas cuando Madeleine con cierto aire ensoñador desaparece delante de los ojos de Scottie, y el reencuentro se produce en  una atmósfera de extrañamiento y misterio. La espiral helicoide y la espiral plana guardan el mismo simbolismo, y ésta última  está familiarizada con el laberinto[15]. “…el ser que recorre el laberinto o cualquier otra figuración equivalente llega finalmente a encontrar así el ‘lugar central’, es decir, desde el punto de vista de la realización iniciática, su propio centro…”[16] Scottie al aceptar la misión encomendada por Gavin Elster se introduce en un laberinto sin centro, o mejor en un laberinto con un centro falso: Madeleine. “De todo laberinto se sale por arriba”[17], nos guía el maestro Leopoldo Marechal y esa es la operación que debe realizar Scottie para lograr su verdadera meta: librarse de lo ilusorio, ascendiendo por la escalera-espiral para alcanzar la cima de la torre y emerger del laberinto erigido como un simulacro y conquistar, una vez restablecido el equilibrio, su propio centro.

 

HITCHCOCK, PLATÓN Y LA GEOMETRÍA

“No entre aquí quien no sepa geometría”[18]

Antes habiamos relacionado el paso del plano de lo aparente (el  mundo artificioso creado por Elster y Judy-Madeleine) al plano de lo real (el descubrimiento del artificio y la restauración del equilibrio por la conquista del eje vertical y la cura del vértigo) que realiza el héroe hitchcockiano con el mito platónico de la caverna. Este cruce que podemos observar entre Hitchcock y Platón no se limita solo al derrotero del héroe, sino que implica toda la construcción simbólica del mundo de Vértigo. Rohmer ilumina la correspondencia entre la obra de Hitchcock y la metafísica platónica: “Ideas y formas siguen la misma ruta, y es porque la forma es pura, bella, rigurosa, sorprendentemente rica y libre, que se puede decir que los films de Hitchcock, y Vértigo en primer lugar, tienen por objeto (…) las Ideas, en el sentido noble, platónico del término.”[19] Hitchcock despliega en escena diferentes espacios-formas[20]: espirales, escaleras, torres, laberintos, puentes, etc. por dónde peregrina nuestro héroe. Estas figuras con una fuerte carga arquetípica[21], nos mueven a realizar junto al héroe una travesía ontológica. Entre esas figuras se manifiesta especialmente una, ligada simbólicamente a todas las demás, que se desliza silenciosamente a lo largo de la diégesis profundizando la idea de pasaje de lo irreal a lo real al incorporar el concepto de regeneración. Esta figura es el número ocho y su variante geométrica el octógono (polígono de ocho lados). La utilización que hace Hitchcock de los números y de la geometría realza aún más la correspondencia entre su obra y la filosofía platónica. El número y la geometría están en el centro del pensamiento de Platón[22], inspirado por la metafísica pitagórica[23]. En efecto, para la tradición pitagórico-platónica la ciencia de los números reina sobre todas las demás[24]. En la antigüedad los números y la geometría eran apreciados como una ciencia trascendente, clave para descifrar el misterio del universo y, al mismo tiempo, un medio para la purificación del alma[25]. Los pitagóricos “…pensaron que los elementos de los Números eran los elementos de todos los entes, y que todo el cielo era armonía y número…”[26] A diferencia de nuestra época en dónde los números sólo son considerados en su aspecto cuantitativo[27], en la antigüedad los números eran estimados también por su cariz cualitativo. Esto es que, los números y la geometría representan Ideas que emergen de su contemplación tendiendo un «puente» vertical entre el hombre y el mundo de los arquetipos[28].

EL NÚMERO OCHO Y LA TENSIÓN VERTICAL

En diferentes tradiciones el número ocho (y el octógono) es símbolo de regeneración, de pasaje de un estado inferior a un estado superior. Por su forma hecha con dos círculos superpuestos, representa el movimiento en espiral en un continuo flujo y reflujo. El octógono está situado en un lugar de intermediación entre dos figuras geométricas: el cuadrado y el círculo, y entre dos estados simbolizados por estas figuras, lo terreno y lo celeste. Desarrollando así todo su potencial simbólico en el plano vertical uniendo el abajo (tierra) con el arriba (cielo). Las formas cuadradas o cúbicas se refieren a la tierra[29], y las formas circulares o esféricas al cielo[30]. El número ocho es índice del pasaje de lo terreno a lo celeste. “El octavo día sucede a los seis días de la creación y al Sabbat. Anuncia la era futura eterna: implica no solamente la resurrección de Cristo,  sino la del hombre.”[31] [32] La obra creadora del Dios bíblico concluyó al séptimo día[33], de ahí la significación del número siete como final de ciclo en el plano terreno. El número ocho emerge irrumpiendo en un plano superior, iniciando un nuevo recorrido en otro nivel. Si ascendemos por una espiral helicoidal vertical, el número ocho se ubicaría en el mismo lugar que el número uno pero un nivel o un escalón más elevado. La gama musical de las notas propone otro símbolo de renacimiento y de regeneración: la octava nota de la escala ascendente es la misma que su nota básica, sin ser la misma[34].

La tercer secuencia de Vértigo abre con un plano que nos muestra, en el playón de entrada del astillero propiedad de Gavin Elster, un cartel que decreta: “Velocidad límite 8 millas por hora”. Esta inscripción la leemos previamente al encuentro entre Scottie y Elster en la oficina de éste último, quien tienta al héroe para que acepte la misión de seguir a Madeleine. Podemos intentar una interpretación de esta sentencia: en los dominios de Gavin Elster no se puede ir más allá del número ocho. Con esta limitación, el atributo del número ocho como mediador entre el cuadrado-tierra y el círculo-cielo es cercenado; y así condenado a un errar perpetuo en un circuito cerrado que se despliega en el plano horizontal[35], sin poder trascender el estado intermedio que éste representa, aboliendo de esta manera la verticalidad.  Ya habíamos establecido la analogía entre la espiral y el laberinto, y por transición podemos trasladarla a la relación entre el laberinto y el número ocho, ya que es clara la correspondencia entre la espiral y la grafía que da apariencia a éste número, conformado por una doble voluta vertical. Establecida la correspondencia entre el número ocho, la espiral y el laberinto, el circuito cerrado sin comienzo ni fin[36] producto de la prohibición de trascender el número ocho en el mundo de Elster, es una analogía del estado que Scottie manifiesta luego de aceptar seguir a Madeleine. Nuestro héroe deambula errático en un espacio (ciudad y afueras de San Francisco, bosque de secuoyas) que se transforma en un dédalo sin sentido.

El primer acto concluye con la muerte de Madeleine y la imposibilidad del héroe de subir las escaleras para detener el suicidio de su amada. Luego del juicio que lo exonera pero que lo declara impotente, visita la tumba de la malograda mujer y en la noche sufre una pesadilla que lo despierta aterrorizado. En el sueño, Hitchcock se libera del verosímil y construye una secuencia onírica con formas y colores de un notorio simbolismo de pasaje. Luego de atravesar un cementerio con la imagen saturada de rojo, Scottie cae por la fosa abierta del sepulcro de Carlota Valdez. En el plano siguiente se manifiesta una nueva simetría en relación al número ocho reafirmando el símbolo de pasaje característico de éste número. La imagen de la cabeza de Scottie, separada del cuerpo con una expresión de horror en su rostro, se encuentra en el centro de lo que semeja un túnel vertical conformado por ocho aspas o rayos que parten de un centro común, la imagen va cambiando de colores con un evidente predominio del rojo y del violeta. El color “…violeta, resultante de la mezcla de rojo y azul a partes iguales, representa una actitud de equilibrio, la equidistancia entre tierra y cielo…”[37] En la escala cromática la función y los atributos del color violeta son equivalentes a los del número ocho, asumiendo el lugar de mediador entre lo terreno y lo celeste[38]En cuanto a la imagen de ocho rayos, es evidente la familiaridad con el número ocho, pero además se vincula de manera acabada a un símbolo celta que se tallaba en una piedra cónica junto con otras figuraciones geométricas que señalaban el Omphalos o eje del mundo. A ésta piedra se la conoce con el nombre de Betilo. “La representación material del Omphalos era general­mente una piedra sagrada, lo que a menudo se llama un «betilo»; y esta última palabra es también de las más notables. Parece, en efecto, no ser otra cosa que la hebrea Beith-El, «casa de Dios», el nombre mismo que Jacob dio al lugar donde el Señor se le ha­bía manifestado en un sueño: «Y Jacob se despertó de su sueño y dijo: Sin duda el Señor está en este lugar y yo no lo sabía. Y espantado dijo: ¡Cuán terrible es este lugar, es la casa de Dios y la puerta de los Cielos! Y Jacob se levantó de mañana, y cogió la piedra que había sido su cabece­ra, la levantó como un pilar, y derramó aceite encima de ella (para consagrarla). Y dio a este lugar el nombre de Beith-El; pero el primer nombre de esta ciudad era Luz» (Génesis, XXVIII, 16-19)”[39]

El cristianismo toma esta figura de ocho rayos de la tradición celta y la reconfigura con toda su significación en el crismón, que se tallaba en los pórticos de las iglesias; indicando, como el betilo, el centro del mundo. Scottie o mejor, la cabeza desmembrada de Scottie, se encuentra en suspensión en el Omphalos o centro del mundo, en una tenaz  tensión entre el arriba y el abajo[40]. Sería fructífero relacionar estas consideraciones con el plano que abre la secuencia de la pesadilla. Éste nos muestra una panorámica nocturna de la ciudad de San Francisco en el mismo escenario que, en la primera secuencia, acontece el accidente de Scottie en el cual permanece suspendido ante el abismo, y horrorizado frente al peligro de la caída. Nunca vemos como Scottie logra evadirse de semejante trance, que tiene su resolución fuera de campo. Hitchcock decide dejar a nuestro agonista pendiendo del tejado de un edificio, suspendido entre la posibilidad de caer (descenso), y de subir y salvarse (ascenso). Manifestándose en el plano vertical, la ya referida tensión entre el arriba y el abajo recorre todo el film como un gran fuera de campo, y es subrayada en la siguiente escena cuando descubrimos a Scottie en el departamento de Midge haciendo equilibrio con un bastón, hasta que pierde estabilidad y provoca su caída. Esta tensión vertical también se manifiesta en la imagen onírica que muestra la cabeza desmembrada de Scottie suspendida en una especie de túnel vertical de color violeta formado por ocho rayos, ya relacionada con el Omphalos. Y antes de la pesadilla, en la marca que realiza Hitchcock en el astillero de Elster subrayando la limitación de trascender el número ocho, índice de la inmovilidad de Scottie, atrapado en un mundo condenado a lo material-sensible.

El simulacro concebido por Gavin Elster proyecta en la visión de nuestro agonista un mundo que se desenvuelve en un meandro horizontal con Madeleine como centro ilusorio, clausurando de esta manera la verticalidad (el circuito ascenso-descenso, abajo-arriba), a sabiendas de la imposibilidad de Scottie de efectuar la ascensión para salvar a la enigmática mujer. La muerte de Madeleine deja al laberinto sin su centro falso provocando la abolición de esta clausura. Y ante la imposibilidad del ascenso, a nuestro héroe solo le queda descender. Y aquí talla la imagen onírica de Scottie cayendo en el sepulcro abierto en un descenso perpetuo. Scottie cae cuando trata de restaurar el mundo aniquilado por el suicidio de Madeleine, intentando construir un nuevo simulacro al desear recrear en Judy un doble de la mujer amada.

 

 EL DESCENSO AL INFRAMUNDO

“¡Bienaventurado el que ha contemplado todo esto antes de marchar bajo tierra! ¡Conoce el final de la vida! ¡Pero también conoce el comienzo!…” [41]

En Vértigo en la secuencia de la pesadilla que sufre Scottie luego de la muerte de Madeleine hay una preeminencia de los colores violeta y rojo. En el film el color rojo está asociado al mundo de Elster/Madeleine, lo encontramos profusamente en la oficina de Elster y en el club Ernies’s dónde Scottie ve por primera vez a la mujer. Más adelante vuelve a aparecer de manera sugestiva en la pesadilla de Scottie, cuando éste avanza por el cementerio y cae dentro de la tumba de Carlota Valdez. “El color rojo nocturno, centrípeto, es el color del fuego central del hombre y de la tierra, y el atanor de los alquimistas, donde se opera la digestión, la maduración y la regeneración del ser…”[42]. Este rojo es visible “…en el curso de la muerte iniciática, en la que toma un valor sacramental”[43]. “En el principio de toda realización espiritual está la muerte, una muerte para el mundo: la conciencia debe ser extraída de los sentidos y vuelta hacia dentro, y, puesto que la luz interior aún no ha empezado a brillar, este apartamiento del mundo exterior se experimenta como un oscurecimiento, una nox profunda. La mística cristiana aplica a este estado el ejemplo del grano de trigo que, para fructificar, debe quedarse solo en la tierra y morir. En varias ceremonias de iniciación se alude a esta muerte psíquica mediante un entierro simbólico…”[44] En el sueño, Scottie desciende por la boca abierta de la tumba y cae en las fauces de las la tierra madredónde es deglutido y desmembrado, el índice del desmembramiento lo encontramos  cuando su cabeza separada del cuerpo aparece suspendida en el centro de lo que simula un túnel y que asimilamos a un betilo de ocho rayos. Todos estos signos se pueden relacionar a los mitos agrícolas con sus misterios de iniciación, en dónde el neófito desciende a los infiernos y es desmembrado por la deidad infernal para luego ser regenerado. El desmembramiento es huella de la disolución de su identidad[45] para luego reintegrase en un nuevo ser. En los mitos agrícolas este nuevo nacimiento es gestado y alumbrado por la tierra madre[46], matriz en donde se opera el proceso muerte-renacimiento[47]  (engullir, digerir, desmembrar y regenerar)[48].

La travesía que realiza Scottie, desde que acepta la misión de guardián de Madeleine hasta la ascensión final dónde se libera del artificio creado por Elster, puede asimilarse a una víainiciática. Y la clave de esta asimilación la encontramos en el descenso al sepulcro que realiza nuestro agonista y que nos es revelada en su sueño. La iniciación es inseparable del flujo muerte-renacimiento. “Iniciación: Sentido de teleutai (τελευται): hacer morir. Iniciar es en cierto modo hacer morir, provocar la muerte. Pero la muerte se considera como una salida, o como traspasar una puerta que da acceso a otra parte. A la salida sucede la entrada. El iniciado pasa la cortina de fuego que separa lo profano de lo sagrado; pasa de un mundo a otro y sufre por este hecho una transformación; cambia de nivel, se torna diferente”[49] Los misterios iniciáticos más prestigiosos de la antigüedad occidental fueron los de Eleusis[50], donde se conmemoraba la ascensión de Perséfone[51], hija de la diosa Deméter[52], al mundo de los vivos luego de su descenso al inframundo, infierno o mundo de los muertos. Es evidente el cariz agrícola de estos misterios consagrados a la renovación de la naturaleza en la primavera. Perséfone es símbolo de la semilla que luego de ser enterrada emerge a la luz del sol revestida de los colores resplandecientes de la vegetación[53]. La tradición nos dice que estos misterios fueron llevados al mundo griego desde Egipto por el tracio Orfeo. Es igualmente significativo el hecho de que entre los raros descendimientos a los infiernos atestiguados en la tradición griega llegara a ser el más popular precisamente el de Orfeo. La catábasis[54] está relacionada con los ritos de iniciación. Por otra parte, resulta que nuestro cantor era famoso también como «fundador de iniciaciones» y de misterios. Según Eurípides, «mostró los resplandores de los misterios inefables». El autor del Contra Aristogitón  afirmaba que Orfeo «nos mostró las iniciaciones más sagradas», refiriéndose verosímilmente a los Misterios de Eleusis.”[55] La catábasis órfica encontró su modelo en el mito de Eurídice, la amada esposa de Orfeo, quien al estar…“paseando un día por la orilla de un río de Tracia, fue perseguida por Aristeo, quien intentó violarla. Al correr por la hierba le mordió una serpiente y murió. Orfeo, inconsolable, descendió a los infiernos en busca de su esposa (…) Hades y Perséfone acceden a restituir a Eurídice a un marido que da tales pruebas de amor[56], pero ponen una condición: que Orfeo vuelva a la luz del día, seguido de su esposa, sin volverse a mirarla antes de haber salido de su reino. Orfeo acepta y emprende el camino. Ha llegado casi a la luz del sol cuando le asalta una terrible duda ¿No se habrá burlado Perséfone de él? ¿Le sigue realmente Eurídice? Y se vuelve. Pero Eurídice se desvanece y muere por segunda vez”[57] y Orfeo asciende desconsolado al mundo de los vivos[58].

Este mito, que podemos encontrar narrado con suma belleza en el libro IV de la Geórgicas de Virgilio[59] (poeta romano, 70 a. C. – 19 a. C.), guarda una analogía evidente con el drama que padece Scottie[60]. Éste último como Orfeo pierde dos veces a su amada en manos de la muerte. Madeleine fenece al precipitarse del campanario y nuestro héroe desconsolado desciende por mediación del sueño a los infiernos a través de la tumba de Carlota Valdés. Su descenso continúa y se consuma en la vigilia en el deseo de transformar a Judy en Madeleine, para rescatar a ésta de la inclemente muerte. Cuando los agonistas suben juntos las escaleras del campanario en la escena final, Scottie como Orfeo no puede desistir de mirar hacia atrás. En Vértigo el atrás no es de orden espacial, como en el mito órfico, sino temporal y a Scottie le es imposible dejar a sus espaldas el pasado que arrastra Judy-Madeleine, pretérito que revela el engaño del que fue objeto. Al abrirse sus ojos y ver el doble rostro de Judy-Madeleine provoca la nueva caída y la muerte de la mujer amada. Más allá de esta pérdida, necesaria para conquistar un nuevo estado, el héroe logra en el tránsito infernal un nuevo nacimiento. En las iniciaciones mistéricas, el descenso a los infiernos es una figura analógica del viaje interior que debe realizar el neófito[61]. Realizar el descenso es abismarse en la oscuridad interior, en el caos previo al momento creador. Tras una serie de pruebas el héroe debe llegar al umbral que separa lo conocido de lo desconocido, la luz de la oscuridad, el día de la noche. Este tránsito está plagado de peligros que pueden llevar al neófito a la locura o la muerte física. Pero si el héroe en su descenso atraviesa el infierno sin contratiempos sufre una muerte simbólica para luego conquistar un segundo nacimiento que se transcribe espacialmente en la salida del inframundo y en la ascensión hacia otro plano de la realidad. Así, una vez llegado a destino y haber descifrado el Misterio, el héroe es iluminado y transformado en un nuevo ser, en un nuevo retoño (neófito=planta nueva).

EL BAPTISTERIO.

LA RESTAURACIÓN VERTICAL

“Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: « ¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”[62]
  

Al promediar el primer acto de Vértigo, Scottie y Madeleine se besan en el establo de la misión jesuítica San Juan Bautista. Ella se muestra perturbada, mira en dirección a la iglesia y sus labios abandonan los de Scottie. Vacilante, le dice que es demasiado tarde para su incipiente amor y rehúye los brazos del héroe; precipitándose a la carrera hacia la iglesia. Scottie va tras ella, la detiene antes del ingreso al templo, se besan nuevamente y Madeleine le reitera que lo ama y que recuerde siempre eso. Le pide que la deje entrar sola a la iglesia y antes de ingresar dirige su mirada hacia lo alto. Scottie otea la trayectoria de los ojos de Madeleine, descubre el campanario y entiende que la mujer se encamina hacia la cima de la torre. Temiendo lo peor sigue sus pasos, atraviesa la puerta de la iglesia, accede a la nave principal y desesperado intenta hallar la escalera que conduce al fatídico destino de la amada mujer. Primero mira a su derecha y descubre un pórtico que conduce al baptisterio, en el centro de la habitación se eleva una pila bautismal y en la pared un cuadro del bautismo de Jesús (Jesús de rodillas y San Juan Bautista de pie derramando agua en la cabeza de Jesús). Luego mira a su izquierda y por fin da con la escalera y se abalanza al fallido rescate. El breve instante en que el héroe se encuentra en el medio de esos dos caminos es cifra del estado metafísico de Scottie, que ya habíamos dejado pendiendo del tejado de un edificio suspendido en el vacío ante la posibilidad de caer (descenso), y de subir y salvarse (ascenso), ésta tensión arriba-abajo se troca en este segmento de la escena por una tensión derecha- izquierda[63]. Al optar por la vía izquierda, único camino posible para nuestro héroe, confronta con su propia acrofobia y así con la imposibilidad de ascender que se transmuta, como vimos, en un franco descenso al inframundo. El plano, escueto pero significativo, del pórtico que da al baptisterio, plano que por supuesto es orgánico y está cabalmente integrado a la Mise-en-scène, desvía por un momento la atención de Scottie de su misión. El baptisterio se presenta enfrentado en espejo a la vía que debe tomar nuestro héroe, como una bifurcación que despliega una segunda posibilidad. La construcción y la significación de los baptisterios están íntimamente ligadas a la simbología del número ocho y especialmente del octógono. La doble espiral que configura la grafía del número ocho con su doble movimiento de ascenso y descenso sobre un eje vertical imaginario guarda una estrecha relación con el simbolismo que se manifiesta en el bautismo, representado en el octógono como figura mediadora entre lo terreno y lo celeste, el arriba y el abajo. En la tradición cristiana era común construir los baptisterios con forma octogonal, “…la bóveda circular no puede reposar directamente sobre la base cuadrada, y para permitir el paso de uno a otra hace falta una forma de transición que sea, en cierto modo, intermedia entre el cuadrado y el círculo (…) para realizar esta cuadratura del círculo, que va de la unidad celeste de la bóveda al cuadrado de los elementos terrestres, es menester pasar por el octógono, que se halla en relación con el mundo intermedio…”[64] En el bautismo los movimientos de ascenso y descenso son equivalentes a la inmersión y emersión en las aguas bautismales. Este doble flujo de ascenso-descensoinmersión-emersión están relacionados con otro par de movimientos que operan en la psiquis[65] del neófito en el momento de la ablución: purificación-regeneración y muerte-vida[66]. “El ‘hombre viejo’ muere por inmersión en el agua y da nacimiento a un nuevo ser regenerado. Este simbolismo lo expresa admirablemente Juan Crisóstomo, quien, a propósito de la multivalencia simbólica del bautismo, escribe: ‘Representa la muerte y la sepultura, la vida y la resurrección… Cuando sumergimos nuestra cabeza en el agua como en un sepulcro, el hombre viejo queda inmerso, sepultado por completo, cuando salimos del agua, el hombre nuevo aparece simultáneamente’.”[67]

Esta segunda posible vía, figurada en el baptisterio y el cuadro del bautismo de Jesús, que se presenta a la derecha de Scottie es, efectivamente, un ícono que de forma especular manifiesta una imagen y también un atajo o abreviación del derrotero iniciático que debe transitar el héroe hitchcockiano. Pero esta vía directa es inviable para Scottie, no sólo por la urgencia de rescatar a la mujer, sino también porque su visión del mundo encuadrada en la modernidad no ve nada significante detrás del portal que se le presenta a la derecha. El hombre moderno, en su arte, en su creencias y también en sus religiones reducidas a decálogos morales, ha abolido la verticalidad, y Scottie es íntegramente un héroe moderno acotado a lo meramente material y sentimental. Su acrofobia es índice de su temor y de su imposibilidad de enfrentarse a aquello que trasciende el plano mundano. El hombre tradicional manifestaba en los ritos de iniciación una reverente fascinación por los misterios de la naturaleza, los ciclos de la vida y de la muerte, y los experimentaba como un proceso que se manifestaba en su cuerpo, en su psiquis y en su espíritu. Scottie, ciego al misterio como los hombres de la caverna platónica, cuando ve caer y morir a su compañero policía, se abre un abismo insondable debajo de sus pies. El miedo a la muerte obra como un disparador que lo deja inmóvil y suspendido en un vacío metafísico entre la posibilidad de un descenso trágico y un ascenso también trágico. Y nuestro héroe es empujado a dar el gran salto. Pero como ya expresamos, la inviabilidad del ascenso lo fuerza a descender; y aquí irrumpe Gavin Elster como un demiurgo abyecto que, al conocer las debilidades de nuestro agonista, edifica un universo a su medida ofreciéndole a Madeleine como centro de ese mundo simulado y laberíntico. Este artificio se derrumba con la muerte de la mujer amada; y Scottie, lanzado a una caída abisal, circunscribe su derrotero en un descenso y un ascenso a través del Eje vertical (axis mundis, Omphalos, centro del mundo), horadando la solidificación de un mundo reducido a lo terreno-material. Este proceso opera como una vía iniciática que lo libera de las apariencias y de su terror a las alturas -a lo trascendente-, restaurando así, la verticalidad abolida por el mundo moderno.

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  • Guénon René, “El rey del mundo”

Editorial Fidelidad, Buenos Aires, 1985.

  • Grimal Pierre, “Diccionario de mitología griega y romana”.

Editorial Paidós. Buenos Aires, 1997.

  • Ovidio, “Metamorfosis”

Ediciones Cátedra. Madrid, 1998.

  • Platón, “La republica”

Libro VII. Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 8. Madrid, 1872. Edición digital: www.filosofia.org/cla/pla/img/azf08051.pdf

  • Platón, “Epínomis o el filósofo”

Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 11. Madrid 1872. Edición digital: www.filosofia.org/cla/pla/img/azf11137.pdf

·         Portal Frédéric,“El simbolismo de los colores”

Editorial Editorial José J. de Olañeta, 2008.

  • Rohmer Eric, “La hélice y la idea”

Del libro “Hitchcock”, de C. Chabrol y E. Rohmer. Editorial Manantial, Buenos Aires, 2010.

  • Sáenz Alfredo, “Arquetipos cristianos”.

Fundación Gratis Date. Pamplona 2005.

  • Sánchez Ortiz Alicia, “De lo visible a lo legible, el color en la iconografía cristiana”

Universidad Complutense de Madrid, Facultad de bellas artes departamento de pintura-restauración. Madrid, 1995.

  • Sánchez Chinchilla Kattia, “Taxonomía mítica: Una nueva forma de encarar los relatos”

Revista de Filología y Lingüística XXVIII (1): pag. 233-256. Costa Rica, 2002.

  • Virgilio Nasón Publio, “Bucólicas. Geórgicas”

Editorial Alianza. Madrid, 1986.

FICHA TÉCNICA

Vértigo

E.E.U.U.

1958

Dirección: Alfred Hitchcock

Guión: Alec Coppel y Samuel Taylor Basado en la novela de Boileau y Tomas Narcejak: “De entre los muertos”

Producción: Paramount Picture Corporation

Música: Bernard Herrmann

Títulos: Saúl Bass

Reparto:

John “Scottie” Fergusson: James Stewart

Madeleine Elster / Judy Burton: Kim Novak

Marjorie “Midge” Wood: Barbara Bel Geddes

Gavin Elster: Tom Helmore


[1] Eric Rohmer, “La hélice y la idea”, del libro “Hitchcock”, de C. Chabrol y E. Rohmer. Editorial Manantial.

[2] La recta y el círculo están implícitas en la palabra vértigo. En cuanto a la recta nos remite, con su significado de miedo a precipitarse desde una altura”, a la idea de verticalidad (vertical: “Dicho de una recta o de un plano: Que es perpendicular a otra recta o plano horizontal.”), palabra que comparte raíz con vértigo. Y la idea de círculo emerge al derivar el término vértigo del latín vertīgo,-ĭnis, que significa “movimiento circular”. Significados extraídos del Diccionario de la Real Academia Española. Edición digital: http://buscon.rae.es/draeI/

[3] “… la hélice será ideal, sugerida por su cilindro de revolución, representado éste ya sea por el campo de visión de Stewart que sigue a Novak en automóvil, ya sea por la bóveda de árboles sobre la ruta, ya sea por el tronco de las sequoias, ya sea por el corredor que menciona Madeleine, y que Scottie encontrará en sueños (…), y muchos otros motivos que no podrán ser advertidos más que al cabo de múltiples visiones. La sección de sequoia milenaria y el travelling circular (de hecho es el tema el que gira) en torno al beso, pertenecen también a la misma familia de ideas. (Eric Rohmer, “La hélice y la idea”, del libro “Hitchcock”, de C. Chabrol y E. Rohmer. Editorial Manantial)

[4] Génesis 28, 10-12. Biblia de Jerusalén.

[5] Dante, “Divina comedia”, Infierno, canto XXXIV, 84.

[6] Dante, “Divina comedia”, Paraíso, canto XXI, 30-32.

[7] El paradigma del eje del mundo es el árbol del Paraíso, árbol arquetípico que une cielo y tierra.

[8] Jean Chevalier, “Diccionario de Símbolos”. Herder.

[9] La iluminación lograda por Scottie en el ascenso hacia el exterior de la torre, luego de atravesar la oscuridad de lo aparente, guarda íntima relación con el mito de la caverna platónica.

[10] Otra definición de vértigo, proporcionada por el diccionario de la RAE es: “Trastorno del sentido del equilibrio caracterizado por una sensación de movimiento rotatorio del cuerpo o de los objetos que lo rodean.” La ascensión y la revelación de la verdad sitúan a Scottie en su propio eje (relacionado con el axis mundis), restaurando así el equilibrio perdido. Diccionario  RAE: www.rae.es/rae.html

[11] Podemos trazar una analogía con el mito de Edipo y la esfinge. Este monstruo se situó en una montaña al oeste de Tebas y planteaba a los viajeros enigmas que no podían resolver, y entonces los mataba. Sólo Edipo logro responder y el monstruo despechado se arrojó desde lo alto de la roca y se mató.

[12] G. K. Chesterton, “La cabeza del Cesar” en “La sabiduría de Padre Brown”. Editorial Valdemar.

[13] Leopoldo Marechal, “Laberinto de Amor”. Sur.

[14] Nuevamente aparece el símbolo de la torre; y es evidente, dado el nombre de ésta (Coit), el indudable simbolismo sexual.

[15] Hay ciertos dibujos llamados “dédalos” o “laberintos” que conjugan en sí la espiral y el laberinto. Durero tiene una serie llamada “Knoten” (nudos) inspirada en la “Concatenación” de Leonardo Da Vinci. Estos dibujos “…tienen estrecha relación con los laberintos, y más particularmente con los que se trazan en el embaldosado de ciertas iglesias medievales.” En efecto, en un gran número de iglesias medievales  (Chartres, Amiens, Reims, etc.) se halla trazada la figura del laberinto al principiar la nave central. El simbolismo de dicho diseño es equivalente al de la “peregrinación a Tierra santa”. “…los laberintos que se trazaban otrora en las lajas del piso de ciertas iglesias, cuyo recorrido se consideraba (…) un sustituto del peregrinaje a Tierra Santa…” El punto dónde concluye ese recorrido “…no es sino la imagen de un centro espiritual, como todo lugar de iniciación lo es…”. Teniendo en cuenta esta relación entre espiral, laberinto e iglesia, no es para nada casual que el héroe hitchcockiano encuentre su “centro” en el ascenso de una escalera caracol que se eleva hacia el campanario de una iglesia. (Los textos en cursiva son de: René Guénon, “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”)

[16] René Guénon, “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”. Editorial Eudeba.

[17] Leopoldo Marechal, “Laberinto de Amor”. Sur.

[18] Según la leyenda esta sentencia estaba inscripta en el frontispicio de la academia platónica.

[19]Eric Rohmer, “La hélice y la idea”, del libro “Hitchcock”, de C. Chabrol y E. Rohmer. Editorial Manantial.

[20] Entendemos el término forma en el sentido platónico, como sinónimo del término idea: Del lat. idĕa, y este del gr. ἰδέα, forma, apariencia”. Diccionario  RAE: http://www.rae.es/

[21] “… el significado de la palabra arquetipo, se remonta a la tradición cultural del mundo griego. Typos, primitivamente, significa golpe, ruido hecho al golpear, marca dejada como consecuencia de un golpe. Arje agrega el sentido de principalidad, originalidad. Por tanto: golpe o marca original.” Padre Alfredo Sáenz, “Arquetipos cristianos”. Fundación Gratis Date.

[22] “La geometría tiene por objeto el conocimiento de lo que existe siempre.”[22] Platón, “La republica” libro VII. Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 8. Madrid, 1872. Edición digital: www.filosofia.org/cla/pla/img/azf08051.pdf

[23] Pitágoras denominaba mathematici a sus discípulos porque su enseñanza superior comenzaba con la doctrina de los números. La matemática (µαθησιs) abarcaba la totalidad del conocimiento o gnosis, la base del espíritu científico siguiendo el camino de la filosofía (φιλο-σοφια = amor a la sabiduría)” Carmen Bonell. “La divina proporción, Las formas geométricas”. Ediciones Up.

[24] Por lo pronto veamos cuál es, entre todas las ciencias, aquella, que si no la hubiera conocido nunca el hombre, ó llegara a perderla, se vería reducido a ser el más simple e insensato de los animales. No es difícil encontrar esta ciencia, porque si se las examina una a una, ninguna produciría con más seguridad este efecto, que la que da al género humano el conocimiento del número…” Platón, “Epínomis o el filósofo”. Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 11. Madrid 1872. Edición digital: www.filosofia.org/cla/pla/img/azf11137.pdf

[25]Grecia dio a luz una élite mistérica muy singular, comandada por Pitágoras de Samos (…), cuyo eje de pensamiento era el orden cósmico impuesto por el número y sus infinitas combinaciones. Se atribuye a Pitágoras la introducción del nombre ‘filósofo’, mas su sentido primario de ‘amar a la sabiduría’ adquirió un valor religioso, pues es considerado el medio y el camino adecuados para la purificación espiritual y para la salvación del alma (metempsícosis).” Kattia Chinchilla Sánchez, “Taxonomía mítica: Una nueva forma de encarar los relatos”. Revista de Filología y Lingüística XXVIII (1): pag. 233-256.

[26] Aristóteles. «Metafísica», libro V. Obras de Aristóteles, Patricio Azcárate, tomo 10. Madrid, 1875. Edición digital: www.filosofia.org/cla/ari/azc10066.htm

[27]La civilización moderna aparece en la historia como una verdadera anomalía: de todas las que conocemos, es la única que se haya desarrollado en un sentido puramente material, la única también que no se apoye en ningún principio de orden superior. Este desarrollo material, que continúa desde hace ya varios siglos y que va acelerándose de más en más, ha sido acompañado de una regresión intelectual, que ese desarrollo es harto incapaz de compensar. Se trata, entiéndase bien, de la verdadera y pura intelectualidad, que podría igualmente llamarse espiritualidad (…) ¿qué importa la verdad en un mundo cuyas aspiraciones son únicamente materiales y sentimentales?René Guénon, “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”. Editorial Eudeba.

[28] “… la geometría atrae al alma hacia la verdad, forma en ella el espíritu filosófico, obligándola a dirigir a lo alto sus miradas, en lugar de abatirlas, como suele hacerse, sobre las cosas de este mundo”. Platón, “La republica” libro VII. Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 8. Madrid 1872. Edición digital: www.filosofia.org/cla/pla/img/azf08051.pdf

[29] «El cuaternario se ve como presupuesto por la manifestación, en el sentido de que la presencia de todos sus términos es necesaria para el desarrollo completo de las posibilidades que ella comporta y por eso en el orden de las cosas manifestadas se encuentra siempre particularmente la señal del cuaternario; de ahí por ejemplo: los cuatro elementos…» (tierra, agua, aire y fuego) en que se diferencia y con los cuales necesariamente se constituye la materia. También los cuatro puntos cardinales (norte, sur, este y oeste) que son las direcciones en que se desenvuelve el espacio terrestre. La simbólica del cuadrado también podemos apreciarla en el orden cuaternario de la naturaleza y de las etapas de la vida humana: invierno-primavera-verano-otoño / infancia-juventud-madurez-vejez. El texto entrecomillado pertenece a René Guénon, “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”. Editorial Eudeba.

[30] El diez «… tiene el sentido de la totalidad, del acabamiento, del retorno a la Unidad tras el desarrollo del ciclo de los nueve primeros números.» Su representación geométrica es el círculo. El círculo es una figura que no tiene quiebres, el movimiento circular es perfecto, inmutable, sin comienzo ni fin, ni variaciones. El círculo es la forma en que se representa el retorno a la Unidad. Es el regreso de lo manifestado, de la multiplicidad a su Principio, a su Origen. Figura tan simple y tan perfecta, fue tomada por la tradición como símbolo de la unidad principal y del cielo, y por extensión de lo espiritual. El círculo expresa el soplo de la divinidad sin comienzo ni fin. El texto entrecomillado pertenece a Jean Chevalier, “Diccionario de los Símbolos”. Herder.

[31] Jean Chevalier, “Diccionario de Símbolos”. Herder.

[32] Cuando Cristo resucita se reencuentra con sus discípulos al octavo día. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.” Evangelio de San Juan 20, 26. Biblia de Jerusalén.

[33] “Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.” Génesis 2, 3. Biblia de Jerusalén.

[34] El esquema de este modelo podemos apreciarlo en el patrón que muestran las teclas blancas del piano, saltando las teclas negras, siguiendo la secuencia DO, RE, MI, FA, SOL, LA, SI, DO. Una octava es el intervalo que separa dos sonidos cuyas frecuencias fundamentales tienen una relación de dos a uno. Ejemplo de octava: el la4 de 880 Hz está una octava por encima respecto a la3 de 440 Hz.

[35] “…la línea vertical y (…) la línea horizontal (son) tomadas para simbolizar respectivamente el Cielo y la Tierra.” Rene Guénon, “La gran triada”. Paidós Orientalia.

[36] El ocho dibujado horizontalmente es el símbolo matemático del infinito.

[37] Alicia Sánchez Ortiz, “De lo visible a lo legible, el color en la iconografía cristiana”. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de bellas artes departamento de pintura-restauración.

[38] “En los monumentos simbólicos de la edad media Jesucristo lleva la túnica violeta durante la pasión, es decir cuando ha asumido completamente su encarnación y en el momento de consumar su sacrificio, cuando marida totalmente en sí mismo al hombre, hijo de la tierra, al que va a redimir, con el Espíritu celestial imperecedero, al cual va a retornar.” Frédéric PortalEl simbolismo de los colores”. Editorial José J. de Olañeta.

[39] Rene Guénon, “Regnabit”. Edición digital.

[40] En el departamento de Midge, Scottie intenta establecer un método para curarse de la acrofobia y se eleva sobre un banco con el bastón en sus manos en posición horizontal, mira hacia arriba y luego hacia abajo. Superada esta prueba se sube a un banco-escalera de tres peldaños y la visión del precipicio por la ventana del departamento le provoca un desmayo.

[41] Píndaro (Trenos, Frag. 10), citado por Mircea Eliade en “Historia de las creencias y las ideas religiosas” Volumen II. Editorial Paidós.

[42] Jean Chevalier, “Diccionario de los Símbolos”. Herder.

[43] Ibídem.

[44] Titus Burckhardt, “Alquimia”. Editorial Paidós.

[45] Luego de sufrir la pesadilla, Scottie es internado en un centro psiquiátrico. Lo vemos ido y sin poder emitir palabra alguna. La imposibilidad del habla y la perdida de orientación son síntomas que expresan a una persona con la identidad resquebrajada.

[46] Sepultar a los muertos es una costumbre de los pueblos sedentarios agrícolas que esperan un nuevo nacimiento luego de la muerte, como imagen de la regeneración cíclica que opera la naturaleza con la vegetación.

[47] El neófito parece operar un proceso de regresión, su nuevo nacimiento se compara a un retorno al estado fetal en el vientre de la madre (tierra).

[48] … el regressus ad uterum constituye un leitmotiv del taoísmo. Un texto del taoísmo moderno sincretista se ex­presa en estos términos: «por eso es por lo que el (Buda)… en su gran misericordia, ha reve­lado el método del trabajo (alquímico) del Fuego y ha enseñado a los hombres a penetrar de nuevo en la ma­triz para rehacer su naturaleza (verdadera) y (la plenitud de) su parte de vida”» Mircea Eliade, “Herreros y alquimistas”, Alianza editorial.

[49] Jean Chevalier, “Diccionario de los Símbolos”. Herder.

[50] Ciudad agrícola que se encuentra a treinta kilómetros de Atenas.

[51] Perséfone, en griego antiguo Περσεφόνη Persephónē, “la que lleva la muerte”. La joven doncella, llamada hasta entonces Koré, Κόρη, “hija”, es raptada por Hades convirtiéndose en la reina del Inframundo.

[52] Deméter o Demetra, en griego antiguo Δημήτηρ o Δημητρα, “diosa madre” o quizás “madre distribuidora”, quizá del sustantivo indoeuropeo *dheghom *mater. Deméter es la diosa griega de la agricultura, nutricia pura de la tierra verde y joven, ciclo vivificador de la vida y la muerte.

[53] Es interesante detenerse en este punto y relacionar la regeneración de la vegetación con la utilización que Hitchcock hace del color verde cuando, de alguna manera, “resucita” a Madeleine en el cuerpo de Judy.

[54] Catábasis o Katabasis, del griego κατὰ, «abajo» βαίνω «avance».

[55] Mircea Eliade, “Historia de las creencias y las ideas religiosas” volumen II. Editorial Paidós.

[56] Gracias al hechizo que sus melodías producían, Orfeo pudo adentrase en el Tártaro. Primero embelesó con su música al barquero Caronte, que consintió en llevarle a través de los pantanos del Aqueronte. Después sus cantos embrujaron a Cerbero, el perro que cuida la entrada del Hades. Su música tuvo el poder de detener los suplicios de los condenados, la rueda de Ixión dejó de girar, la piedra de Sísifo quedó en equilibrio, Tántalo olvidó momentáneamente su eterna hambre y sed, las Danaides dejaron de llenar su tonel sin fondo. Tampoco los tres jueces infernales, Minos, Éaco y Radamantis quedaron indiferentes ante su música. Impresionados los dioses del Tártaro, Hades y Perséfone, ante tales pruebas de amor y habilidad, consintieron en devolverle a su amada.

[57] Pierre Grimal, “Diccionario de mitología griega y romana”. Editorial Paidós.

[58] Según el mito, el descenso al inframundo inspiró a Orfeo el conocimiento esencial del mundo de los muertos y de los vivos, y le permitió ser el gran mistagogo instaurador de los misterios eleusinos en la antigua Grecia.

[59] También podemos encontrar el relato del mito de Eurídice y Orfeo en el libro X de La Metamorfosis de Ovidio (poeta romano, 43 a. C. – 17 d. C.)

[60] Podemos encontrar otra analogía entre Orfeo y Scottie: Las Ménades tracias despedazaron a Orfeo y dispersaron sus miembros. Su cabeza fue arrojada al río Hebrón y llegó nadando y sin dejar de cantar hasta Lesbos, donde fue recogida piadosamente y sirvió a partir de entonces de oráculo (Ver Libro XI de La Metamorfosis de Ovidio). Y Scottie en su sueño luego de caer en el inframundo es desmembrado y vemos su cabeza suspendida en lo que parece un túnel.

[61]  Neófito: del latín neophytus, y este del griego antiguo νεόφυτος (neóphytos), a su vez de νέος (néos), “nuevo” y φυτόν (phytón), “retoño”, “brote”. Y aquí, en la palabra neófito tenemos otra vez la relación con el mito agrícola de la renovación vegetal.

[62] Evangelio según San Juan 3, 3-5, Biblia de Jerusalén

[63] Tomando en consideración la Kábala hebrea, “…en el árbol sephirótico, la «columna de la derecha» es el lado de la Misericordia, y la «columna de la izquierda» es el lado del Rigor; así pues, debemos reencontrar también estos dos aspectos en la Shekinah, y podemos precisar ya, para vincular esto a lo que precede, que, bajo una cierta relación al menos, el Rigor se identifica a la Justicia y la Misericordia a la Paz. «Si el hombre peca y se aleja de la Shekinah, cae bajo el poder de las potencias (Sârim) que dependen del Rigor», y entonces la Shekinah es llamada «mano de rigor», lo que recuerda inmediatamente el símbolo bien conocido de la «mano de la justicia»; pero, al contrario, «si el hombre se acerca a la Shekinah, se libera», y la Shekinah es la «la mano derecha» de Dios, es decir, que la mano de «justicia» deviene entonces la «mano que bendice.” El árbol sephirótico es un símbolo axial, eje del mundo. Y si consideramos la tradición taoísta: “La Vía del Cielo prefiere la derecha, el Sol y la Luna se desplazan hacia el Occidente; la Vía de la Tierra prefiere la izquierda, el curso del agua corre hacia el Oriente; igualmente se les dispone arriba (es decir, que uno y otro de ambos lados tienen títulos a la preeminencia)» Tcheou-li. Ambos textos son de Rene Guénon, el primero de “El rey del mundo” y el segundo de “La gran triada”.

[64] René Guénon, “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”. Editorial Eudeba

[65] Al consagrar el agua, el sacerdote traza sobre la superficie, con su aliento, un signo con la forma de la letra griega psi, inicial de la palabra psykhè; lo cual es muy significativo a ese respecto, pues, efectivamente, el influjo al cual el agua consagrada sirve de vehículo debe operar en el orden psíquico; y es fácil ver también la relación de ese rito con el “hálito vital” de que hablábamos poco antes.” René Guénon, “Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada”. Editorial Eudeba.

[66] El templo de planta octogonal es muy frecuente en el cristianismo y se utilizó exclusivamente como templo funerario o bautismal -baptisterio-, es decir, para la salida y entrada a la vida. El más famoso en Europa es el Baptisterio de Florencia.

[67] Mircea Eliade, “Lo sagrado y lo profano”. Editorial Labor.

abril 21, 2009

The dark knight

THE DARK KNIGHT

LA CONSTRUCCIÓN DE UN MITO

POR WALTER FERRAROTTI

•1. EL GUASÓN. EL MICO DE DIOS

“… cuanto más logrado sea el retrato del malo, más lograda será la película. He ahí la gran regla fundamental… cuanto más fuerte es el mal, más encarnizada será la lucha y mejor será la película.”

Alfred Hitchcock, en “El cine según Hitchcock” de F. Truffaut.

Nolan hace suya esta premisa del maestro y edifica su película basándose en una solida construcción simbólica del malvado El Guasón.

Cuando apresan a El Guasón nos enteramos por el jefe Gordon que la policía no puede rastrear su identidad. Los estudios de sus huellas digitales, su ADN, su dentadura no arrojan ningún dato que desvele su filiación. En la diégesis, El Guasón es un criminal sin identidad, sin existencia verificable, pero podemos trazar una genealogía simbólica de la construcción del personaje. El Guasón tiene la cara pintarrajeada grotescamente y se viste como un bufón con colores llamativos. El nombre por el cual se lo conoce (The Joker) hace referencia al comodín del mazo de cartas de póker. Y esta baraja es la que deja como firma de sus crímenes. El comodín es descendiente directo del arcano mayor El Loco, una de las barajas del tarot.  Las barajas españolas como las de póker tienen una estirpe que se pierde en la noche de los tiempos. Sus antepasados son los antiguos 56 arcanos menores, que junto a los 22 arcanos mayores forman el mazo de las cartas de tarot[1]. Hay una única carta que participa de ambos arcanos: El Loco. Como su descendiente el comodín, El Loco es un bufón vestido con ropas coloridas, está acompañado por un perro y lleva un bastón y una bolsa remarcando así su condición errante. A esta carta no le corresponde número alguno y puede estar al comienzo o al final de la serie de arcanos. Este detalle, que no es menor, marca una ambivalencia[2] en la simbología de El Loco, ya que por un lado puede verse como un espíritu ligero sin ataduras y por otro como un espíritu solitario, abandonado, inestable, descuidado y cínico. La condición de bufón conlleva toda una significación muy rica. En la edad Media, El Loco era un personaje atípico, un ser muchas veces deforme, o bien un enano, el bufón de la corte, un trovador sin destino fijo, alguien que generalmente no tenía posesiones, no pertenecía a nadie y de quien se desconocía su origen. La función del bufón en la sociedad medieval era invertir las estructuras establecidas, él era parte de la corte y tenía la prerrogativa de poder burlarse del rey sin recibir castigo alguno, mostrando de una forma no convencional y sin ningún tipo de mascara social, otra realidad y/u otra verdad, de ahí el dicho: “En la boca de los locos se escuchan las verdades”. La máscara que el bufón hace caer tiene su contrapartida en la máscara que debe utilizar. “Dadme una máscara y os daré la verdad” escribió Oscar Wilde. Todos estos atributos de El Loco/bufón, que fuimos desgranando guardan una relación analógica con la figura de El Guasón. La idea de un bufón burlón, sin identidad, inestable, caótico: “Soy un perro corriendo autos no sabría qué hacer si los alcanza”, dice de sí mismo. Otra analogía que podemos hallar en relación a El Loco se nos revela al promediar la película cuando Batman va al encuentro de El Guasón, quien en su guarida está acompañado por tres feroces perros[3] y en la baraja vemos un perro acompañando a El loco. El comodín que deja como firma de sus crímenes, lleva una cola y unos cuernos de diablo y su postura no es vertical, está con las piernas dobladas, pose que lo asemeja a un mono. Y mono es otro de los nombres con el cual se denomina al comodín y también al diablo. La idea de relacionar al bufón con el mono se sustenta en las funciones de imitación que comparten, el primero como burlador de la realeza y el segundo como imitador de los gestos humanos. El Diablo, decían los antiguos, “es el mico de Dios”, el gran imitador. “«Satán es el mico de Dios», y también (quien) «se transfigura en ángel de luz». En el fondo, eso equivale a decir que imita a su manera, alterándolo y falseándolo para hacerlo servir a sus fines siempre, eso mismo a lo que quiere oponerse: así, conseguirá que el desorden tome las apariencias de un falso orden, disimulará la negación de todo principio bajo la afirmación de falsos principios, y así sucesivamente.”[4] Esta analogía que asimila a El Guasón al diablo esta robustecida con una serie de índices que se despliegan en el film de Nolan. El más evidente es la relación entre El Guasón y el número seis[5]. Al comenzar la película un grupo de enmascarados que se dirigen a robar un banco discuten si el botín será repartido entre cinco o seis personas y revelan que el sexto desconocido integrante de la banda es el cerebro del atraco, el mismísimo Guasón; que también enmascarado les oculta su identidad. Más adelante, y estando en una celda un policía le recrimina que mató a seis de sus compañeros. Y figurativamente se muestra a El Guasón en una imagen de video con un hexágono irregular trazado sobre su rostro, cuando Batman junto con Lucios Fox (Morgan Freeman) están tratando de descubrir su identidad. Y por último, cuando es interrogado por Batman se puede apreciar que el estampado de su camisa está formado por hexágonos unidos por sus lados. Antes habíamos dicho que la función del bufón en la corte medieval era invertir el orden establecido, a lo largo del film y por boca de El Guasón vamos a escuchar como hace una defensa del caos y del desorden, recriminando a Batman por seguir las reglas. La última vez que vemos a El Guasón está pendiendo de una cuerda cabeza abajo, es decir invertido. Una vez que es vencido se nos muestra en su verdadera postura ya que invertir es su función excluyente. Pero la bendita cámara no se conforma con mostrarnos a El Guasón en su naturaleza invertida. Al girar sobre su eje nos obliga a verlo como si tuviera los pies en la tierra, aún a sabiendas de que está cabeza abajo. Y así, nos impele a re-conocer que nosotros, el mundo actual, también estamos cabeza abajo sumidos en una inversión de sentido. Habíamos remarcado la función que tiene el bufón de decir verdades, aunque a medias o mejor dicho degradadas, pero verdades al fin. Cuando es interrogado por Batman, le escupe en la cara: “Su moral no significa nada, cuando las cosas estén mal, tu gente civilizada se van a comer unos a otros”

•2. DEL CAOS[6] A LA DUALIDAD

En la mitología griega el “Caos (χάος) es la personificación del vacío primordial, anterior a la creación cuando el orden no había sido impuesto aún a los elementos del mundo.”[7]Hablamos del Vacío primordial, de la Nada y esto nos lleva de nuevo a El Guasón quien no tiene una existencia verificable para el mundo, no tiene genealogía, no es nadie, nada. La característica principal del comodín de la baraja moderna es que puede ocupar el lugar de cualquier carta por que no tiene un valor definido. Y el arcano El Loco no tiene número y puede ir tanto al principio como al final de la serie, “… su valor simbólico equivale a cero, pues el Loco es el personaje que no cuenta, vista su inexistencia intelectual y moral. Pero aunque no es nada por sí mismo, puede afectar como el cero, a todos los valores y números”[8] El Caos engendró el día (Hémera) y la noche (Nix), es decir la primera dualidad o por lo menos la primera dualidad visible (luz – tinieblas)[9]. En el film, El Guasón hace referencia al caos en relación a sí mismo, y su estrategia es colocar a todos sus adversarios, principalmente a Batman, en la disyuntiva de tener que discernir entre dos opciones, que por supuesto, siempre son erráticas. A Batman lo pone en la encrucijada de tener que elegir entre quitarse la máscara y mostrarse públicamente o cargar en su conciencia los asesinatos ejecutados por El Guasón. Luego lo obliga a optar entre salvar a Rachel Dawes y/ó a Harvey Dent. Más tarde azuza a la comunidad de Ciudad Gótica para que elimine a Reese (un oscuro empleado contable al servicio de las empresas de Bruce Wayne que descubrió la identidad de Batman y quiere revelarla a los medios de comunicación) o de lo contrario hará explotar un hospital. Y por último los tripulantes de los barcos, emblemáticamente llamados Libertad y Espíritu, deben decidir entre matar a los tripulantes del otro barco o morir. El Guasón engendra sin solución de continuidad falsas dicotomías que evidentemente no tienen una resolución ética.[10] En su bello libro “La metáfora y lo sagrado”, H. A. Murena, nos ilumina: “Tanto la tradición islámica como la judía declaran que en el paraíso Adán hablaba en verso. (…) El estigma de la caída se manifiesta esencialmente en la palabra. (…) La palabra que nos dio la serpiente, la palabra del Árbol de la Ciencia, es juzgadora, oprime hasta la muerte lo existente. En el otro polo se encuentra la poesía, en la que la palabra caída tiene de nuevo ocasión de tornarse paradisíaca. (…) El lenguaje caído, juzgador, solo es adjetivo, comentario, charla nociva. La poesía no juzga, nombra mostrando, es sustantivo, crea, salva.” En el Paraíso Adán tenía el poder de dar nombre a todas las cosas[11]. Esto es que conocía el sustantivo, lo sustancial, la esencia de todo lo creado. Adán sólo escuchaba la voz de Dios, Voz Única, de Unidad. Cuando Adán y Eva escuchan la voz de la serpiente incitándolos a comer del árbol del bien y del mal, escuchan una segunda voz, proveniente de una fuente contraria a la primera[12], rompiendo de esta manera la Unidad a la que estaban destinados. Aquí se origina el principio de la duda que es de doble inspiración, mientras que la fe es de inspiración única. La caída provoca la pérdida de ese conocimiento esencial de las cosas. Y el hombre a partir de ese momento tiene que re-aprender, ya que nace sin habla, el nombre de todo lo creado. Murena dice que el lenguaje caído dado por la serpiente es adjetivo, es decir un lenguaje accidental, secundario, no esencial, azaroso. La serpiente, la segunda voz que escuchan Adán y Eva, es la madre de la dualidad[13]. Al tentar al hombre a comer del árbol de la ciencia, lo pone inmediatamente frente a una disyuntiva: escuchar la primera voz, la voz de Dios o escuchar la segunda voz, la de la serpiente. Recordemos que la serpiente insta a Adán y Eva a probar el fruto de un árbol que también es de constitución dual: Bien – Mal.

•3. EL AUTO SE DETUVO Y EL PERRO NO SUPO MÁS QUE HACER

En The Dark Knight, El Guasón lleva al paroxismo la función de la serpiente[14] exponiendo a los agonistas a una dualidad extrema. Hacia el final, obliga a decidir a los tripulantes de dos barcos entre sus vidas y las vidas de los tripulantes del otro barco, aquí es cuando El Guasón es vencido, porque aquellos optan por salvar las vidas de los otros. Los tripulantes de ambos barcos deciden no escuchar la voz horizontal de El Guasón/serpiente y sí escuchar esa otra voz que se encuentra en un plano vertical, llamémosla conciencia. Una voz que trasciende la propia existencia, que nos llama a la renuncia, a sacrificarnos por “el otro”[15]. Una voz que nos emplaza a volver al Paraíso, a la Unidad. En uno de los barcos (puede ser cualquiera de los dos porque no se especifica cual es cual) que está abordado por criminales, uno de los prisioneros decide por todo el grupo y arroja por una escotilla el detonador que haría explotar el barco contrario. Este personaje tiene un ojo atrofiado, ve con un solo ojo como símbolo de la superación del esquema de pensamiento binario: “Yo” ó “el Otro”. Es una persona con una visión unívoca, ya no participa de la dualidad, porque en su decisión está implicado “el otro”, no ya como un opuesto, sino como un igual con el cual se participa de una misma unidad. Es por eso que puede trascender la falsa dicotomía propuesta por El Guasón y romper con esa falsa contradicción. Al escuchar la voz vertical se eleva por sobre la dicotomía horizontal. Si pensamos geométricamente, sería como el trazado de una línea vertical que se eleva equidistante de los dos puntos opuestos conformando un triangulo equilátero, esto es la Unidad que actúa armónicamente en el dualidad realizando así la síntesis de los opuestos. Esta decisión es el fundamento de la derrota de El Guasón, su voz ya no es escuchada. Sintetizando con las palabras de El Guasón “…el auto se detuvo y el perro no supo más que hacer.” Este acto de conexión con un principio trascendente coloca a El Guasón cabeza abajo, mostrando como ya dijimos, su verdadera naturaleza invertida y restaurando así, el orden del Universo (aunque sea por un instante) produciéndose el matrimonio entre la Libertad del hombre y el Espíritu divino. Espíritu y Libertad. Así se llaman los barcos que El Guasón quería oponer, constituyendo una nueva dualidad dicotómica. Dualidad abolida por la unidad de los hombres (opuestos) con Dios.

•4. UNA MONEDA DE DOS CARAS

“…con el número dos nace la pena.”

Leopoldo Marechal, poema “Del amor navegante”

El Guasón ya derrotado le dice a Batman: “¿Creías que iba a jugarme el destino del alma[16] de la ciudad en una pelea contigo? Necesitas un as en la manga, el mío es Harvey.” Harvey Dent se convierte en Dos Caras después de que Rachel, su novia, muere producto de una trampa de El Guasón, que propone una falsa antinomia a resolver por Batman y la policía, quienes deben salvar la vida de Rachel y/o Dent. Juego que pone a estos dos personajes en los extremos opuestos de una dualidad perversa que tiene como resultado la muerte de uno de los dos. Rachel muere como una heroína aceptando su destino y Dent, que al momento de ser salvado por Batman se quema la mitad del rostro, se transforma en Dos Caras. Harvey Dent era fiscal de Ciudad Gótica, un verdadero héroe civil con principios firmes decidido a combatir a la mafia y al crimen. El Guasón lo llama “el caballero blanco”. Dent lleva consigo una moneda de dos caras idénticas y siempre la arroja al aire para tomar decisiones que evidentemente están resueltas de antemano, ya que la moneda siempre va a mostrar consecuentemente la misma cara. Este juego, esta actitud de Dent, habla de una persona que no se deja seducir por el cálculo y que siempre elige lo que debe elegir: “Yo hago mi suerte”, dice siempre que arroja la moneda. Pero la muerte de Rachel, lo tortura hasta el espanto. Hubiera preferido ser él el que muera. No pudo controlar su suerte y a sus ojos fue un instrumento del azar. La quemazón de la mitad de su rostro es metáfora del estado de su psique. Y paradójicamente la moneda que portaba consigo también se chamuscó una de sus caras, pudiéndose diferenciar ahora en cara y ceca, perdiendo esa unidad indiferenciada de la que participaban ambas caras. A partir de este momento Dos Caras/Dent se va cobrar venganza contra los policías traidores, contra los mafiosos, contra Batman y hasta con los policías buenos por no haber hecho lo necesario para salvar a Rachel. La muerte o la vida de sus antagonistas las va a dejar libradas al azar, a su moneda. Batman le pregunta a El Guasón que hizo con Dent, y este le responde: “Tome al caballero blanco de Gótica y lo rebajé a nuestro nivel. No fue difícil. La locura, como tú sabes, es como la gravedad. Sólo necesitas un empujoncito” Recordemos que el Caos engendró a la primera pareja de contrarios (luz/tinieblas) El Guasón, asimilado al caos, engendró a Dent/Dos Caras, quien quedó prisionero de un sistema binario (vida-muerte) pergeñado por El Guasón. Y para fugar de esa prisión antinómica descansa su decisión en el azar. “La única moralidad en un mundo cruel es el azar (…) imparcial, justo”, le dice a Batman antes de dispararle un tiro. Desilusionado con sus coetáneos y con el mundo, ya no cree en una causalidad de las cosas, sumido en el farragoso lodazal de la casualidad ya no tiene principios que sustenten su accionar. La creencia en el azar, en lo accidental también es una creación de la serpiente, ya que se destierra de plano la creencia de una causa primera de las cosas. El Guasón/Caos crea a Dos Caras/azar, pero él bufón no cree en el azar: “Necesitas un as en la manga, el mío es Harvey.” Le dice a Batman, desvelando su naturaleza caótica pero ordenada a un fin siniestro que no deja librado a la suerte. Antes habíamos citado: El diablo “…conseguirá que el desorden tome las apariencias de un falso orden, disimulará la negación de todo principio bajo la afirmación de falsos principios, y así sucesivamente.”[17]

•5. LA SERPIENTE QUE SE MUERDE LA COLA

“Leviatán, ¿le pescarás tú a anzuelo, sujetarás con un cordel su lengua?”

Job 40. 25. Biblia de Jerusalem

En referencia a la cita bíblica precedente del libro de Job, podemos ver una analogía en el film de Nolan, cuando Batman “pesca” a El Guasón con un cordel, momento después de haberlo arrojado al vacío desde lo alto de un edificio. Luego el Guasón pendiente de un hilo y cabeza abajo le dice en una cuasi declaración de amor-odio: “Esto es lo que pasa cuando una fuerza imparable choca con un objeto inamovible. (…) Creo que tú y yo estamos destinados a hacer esto para siempre.” Con estas palabras nuestro villano establece dos ideas representativas y generatrices de sus atributos. Primero, la necesidad de conformar una dualidad de oposición-complementación con Batman, definiendo las naturalezas contrarias de ambos (lo imparable -que refiere al movimiento- / lo inamovible). Y en segundo término afirma su naturaleza cíclica (destinados a hacer esto para siempre) como un perpetuo eterno retorno. Estas dos ideas: lo dual y lo cíclico nos remiten a un arquetipo tan antiguo como el hombre y que aparece en diversas tradiciones: El Levitán[18] en la Biblia, la serpiente Jórmungandr en las sagas escandinavas y una figura cuyo rastro se pierde en el antiguo Egipto, que fue retomada por lo gnósticos y más tarde por los alquimistas medievales: la serpiente Ouroboros[19]. Su imagen nos muestra un áspid que se muerde la cola[20] y que está conformada por dos colores[21]. Estas características nos refieren a la manifestación de la naturaleza siempre igual a sí misma y siempre renovada y diferente, a su constante devenir circular y a su constitución dual. Los gnósticos veían que la serpiente Ouroboros estaba conformada por dos principios fundantes: tierra-cielo. Principios generadores de todos los opuestos complementarios. En la alquimia, el objetivo era separar lo puro de lo impuro, como metáfora del trabajo que debe realizar el hombre para purificar su alma. “…Ouroboros, el Leviatán, la pérfida serpiente del Edén, se convirtió en el emblema alquímico por antonomasia; el cuerpo de ésta, medio oscuro, y medio claro, enseñaba a los iniciados que el Bien y el Mal se unen en el mundo a través de la materia.”[22] Por eso en el atanor alquímico la primera fase es la putrefacción, y se busca la muerte del dragón[23], “Sacrifícalo, despedaza su piel, separa la carne de los huesos, y encontrarás lo que buscas.”[24], no podemos llegar al estado de gracia, sin antes no haber destruido las pasiones corporales, que es en definitiva lo que busca el practicante de la alquimia. El dragón al que se hace referencia es la serpiente Ouroboros (la naturaleza dual en constante devenir circular). Con el despedazamiento de la serpiente, la dualidad generada por ella se separa, sublimando el elemento material (asimilado a las pasiones corporales) y fijando el elemento celeste (lo volátil, el Espíritu). Ahora bien, El Guasón junto con Batman conforman una pareja de opuestos complementarios. El primero es el elemento móvil, imparable y el segundo es el elemento fijo, inamovible. Pensando geométricamente: para detener la rueda que gira sin cesar Batman debe realizar un pequeño-gran movimiento, salir de la exterioridad de la circuferencia y “viajar” -en sentido iniciático- hacia el centro del círculo. Lugar, éste, dónde todas las líneas (en oposición) se dirigen y todas las contradicciones se resuelven.

•6. MÁS NEGRO QUE EL NEGRO

“Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.”

Juan 12. 31, 32. Biblia de Jerusalem

Siguiendo a los alquimistas, la naturaleza humana es dual y para desembarazarse de lo material-corpóreo hay que purificarse en el atanor. El principio que funda este procedimiento alquímico es el de la máxima “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”[25] La forma de sublimar lo corpóreo es la renuncia y el sacrificio. Y esto nos coloca frente a la cruz. “… la cruz es la antítesis de la serpiente o dragón Ouroboros, que expresa el dinamismo primordial anterior al cosmos (orden). Por esto hay una relación estrecha entre la cruz y la espada, puesto que ambas se esgrimen contra el monstruo primordial.”[26] Ya vimos como El Guasón fue derrotado por la decisión de los ciudadanos comunes a no plegarse al pensamiento binario propuesto por aquel, atendiendo a un principio más elevado aunque ese principio los enfrente a la muerte para salvar la vida del “otro”. La manera de detener, de fijar el eterno devenir impulsado por la serpiente es la cruz. “El centro de la cruz es pues el punto donde se concilian y se resuelven todas las oposiciones; en este punto se establece la síntesis de todos los términos contrarios (…) Este punto central corresponde a lo que el esoterismo islámico designa como la «estación divina», que es «la que reúne los contrastes y las antinomias» (El-maqâmul-ilahî, huwa maqâm ijtimâ ed-diddaîn)[27]; es lo que la tradición extremo oriental, por su parte, llama el «Invariable Medio» (Tchoung-young), que es el lugar del equilibrio perfecto, representado como el centro de la «rueda cósmica», y que es también, al mismo tiempo, el punto donde se refleja la «Actividad del Cielo»[28].”[29] Así las cosas, el destino de nuestro héroe es trágico[30]. Batman debe sacrificarse y aceptar la cruz para fijar de una vez por todas el oscuro y perpetuo devenir dual de la serpiente / El Guasón. Su sacrificio es crístico porque asume como propios los pecados de Dent/Dos Caras, como Cristo asumió los pecados de la humanidad. La herida del disparo que recibe Batman de manos de Dos Caras es en el costado derecho del cuerpo, en el mismo lugar donde Cristo recibió la estocada de la lanza por parte del centurión Longinos[31]. De la herida en el powerdvdcostado de Cristo manó la sangre que salva al mundo. Herida abierta que consumó el sacrificio del Salvador. Como el disparo de Dent en el costado de Batman consuma el sacrificio de nuestro agonista. The Dark Knigth, “El Caballero oscuro” es nuestra traducción del título de la película de Nolan. En la alquimia… “La primera etapa de la obra «menor», dominada por Saturno, corresponde al «ennegrecimiento», la «putrefacción» y la «mortificación». En el principio de toda realización espiritual está la muerte, una muerte para el mundo (…) Este apartamiento del mundo se experimenta como un oscurecimiento, una nox[32] profunda“[33]. Y Batman ennegrecido por los pecados propios y ajenos está muerto para el mundo. Recordemos el momento en que el jefe Gordon legitima el sacrificio de Batman al romper la lámpara -la luz- que refleja el símbolo de Batman en el cielo. Un Batman oscuro, más negro que el negro. Y aquí podemos encontrar otra analogía con Cristo. En diferentes lugares y tradiciones, un sin número de deidades benéficas eran representadas vestidas de negro, los artistas cristianos del Medioevo retoman esta tradición y figuran a Jesús con ropas negras cuando lucha con el genio del mal. “El negro es el símbolo de todo lo que está mal y de todo aquello que es falso; ¿cómo es posible que se consagrara este color a las divinidades del bien y la verdad? Solo hay una respuesta; las divinidades benéficas descienden al reino de las tinieblas para atraer así a los hombres que se regeneran.”[34] Y en ese descenso tenebroso, la divinidad carga con todas la iniquidades de la humanidad tiñendo de un negro simbólico sus vestidos. La oscuridad a la que hace referencia el título del film y también la vestimenta[35] de Batman no radica en su persona, sino que es un atributo directo de su auto-sacrificio para que la comunidad viva en un orden trascendente y ritual.

•7. EL MITO ES EL CINE

“Esto es el Oeste, señor. Cuando la leyenda se convierte en realidad, se imprime la leyenda.”

Un periodista en “El hombre que mató a Liberty Valance” de John Ford.

Una de las citas de la película de Nolan, refiere a “El Hombre que mató a Liberty Valance”, de John Ford. En esta película, Tom Doniphom (John Wayne) “…Un hombre del viejo oeste rural, un fortachón de la vida silvestre que, intuyendo la necesidad de la civilización, ayuda al abogado Ranson Stoddardm (James Stewart), un hombre del este, de las letras y de las buenas maneras, a imponer el derecho en Shinbone. Cuando llega la hora de enfrentarse a la disolución social, el pistolero Liberty Valance, Doniphone le dispara de tal modo que todos crean que el atildado Stoddard es el héroe justiciero, y después le cede a la mujer que ama para que “le enseñe a leer”. La película narra el regreso de Stoddard, ahora senador, para asistir al funeral de Doniphon, que ha muerto solitario, pobre y olvidado. Pero los periodistas se niegan a contar la verdad, porque “cuando la leyenda se convierte en realidad, se imprime la leyenda”.[36] Hay varios puntos en contacto entre una película y la otra, en la primera los héroes son un político y un pistolero, y en la segunda un fiscal y Batman. También en ambos films los héroes se disputan el amor de la misma mujer. Y el pistolero en una y Batman en la otra se sacrifican para construir un mito del político y del fiscal por el bien de la comunidad. En la película de Ford, el pistolero miente para que todos le adjudiquen la muerte del criminal Liberty Valance al senador y en la película del Nolan, Batman asume como propios los crímenes que cometió Dent/Dos caras, para salvar la imagen de éste y no provocar la decepción de la comunidad. En la primera, el personaje de John Wayne es condenado al olvido y al ostracismo. En la segunda, Batman es condenado a la persecución y al vilipendio de la comunidad. Batman como el personaje de John Wayne, saben que la comunidad necesita de héroes civilizadores, héroes que inspiren a los ciudadanos a imitarlos. “… el hombre de las sociedades arcaicas (…) conquista infatigablemente el Mundo, organiza, transforma el paisaje natural en medio cultural. Gracias al modelo ejemplar revelado por el mito cosmogónico, el hombre se hace, a su vez, creador. El mito garantiza al hombre que lo que se dispone a hacer ha sido ya hecho, le ayuda a borrar las dudas que pudiera concebir sobre el resultado de su empresa. ¿Por qué vacilar ante una expedición marítima, puesto que el Héroe mítico la efectuó en un tiempo fabuloso? No hay sino que seguir su ejemplo. Asimismo, ¿por qué tener miedo a instalarse en un territorio desconocido y salvaje cuando se sabe lo que se debe hacer? Basta simplemente con repetir el ritual cosmogónico, y el territorio desconocido (= el «Caos») se transforma en «Cosmos», se hace un imago mundi, una «habitación legitimada ritualmente». La imitación de los gestos paradigmáticos tiene asimismo un aspecto positivo: el rito fuerza al hombre a trascender sus límites, le obliga a situarse junto a los Dioses y los Héroes míticos para poder llevar a cabo sus actos. Directa o indirectamente el mito opera una «elevación» del hombre.”[37] En un nivel intertextual The Dark Knight, por mediación del ritual de la puesta en escena, re-actualiza un mito re-creado en y por el cine, y enraizado en una matríz arquetípica universal; repitiendo, con los cambios particulares del caso, un modelo originario (”El hombre que mató a Liberty Valance de John Ford). Y en el nivel mítico-simbólico de la diegesis, el sacrificio de Batman es ritual, porque el mito se legitima en el rito, en la repetición del acto originario ejemplar. Y con la elevación del hombre por mediación del ritual, de la que habla Mircea Eliade, se extirpa para siempre lo caótico y lo azaroso. Batman se sacrifica para construir un mito civilizador y heroico. Y en ese sacrificio es dónde está su victoria sobre El Guasón/el caos/el diablo y sobre Dent/Dos Caras/el azar.

•8. BIBLIOGRAFÍA

Biblia de Jerusalén Imprimatur: 1975. Editorial Desclee de Brouwer Bilbao, España.

Borges Jorge Luis, “El Libro de los seres imaginarios”. Ed. Emece.

Bosia Jorge y Zetina Ana,“La Iliada glosario”. Edición particular.

Burckhardt Titus, “Alquimia”. Ed. Paidos.

Cavallo Ascanio, “¿Qué clase de hombre es madre? En: http://www.maza.cl/cine/canon/ford1.html

Cirlot Juan, “Diccionario de símbolos”. Ed. Siruela

Chevalier Jean – Gheerbrant Alain, “Diccionario de Símbolos”. Ed. Herder.

Eliade Mircea, “Mito y realidad”. Ed. Labor.

Faretta Ángel, Ensayo: “Guía para perplejos II” en “Espitiru de simetría”. Ed. Dejaen.

Guenon René, “El reino de la cantidad y el signo de los tiempos”. Ed. Paidos

Guenon René, “El simbolismo de la cruz”. Ed. Obelisco.

Grimal Pierre, “Diccionario de mitología griega y romana”. Ed. Paidos.

Hesiodo “La Teogonía”. Edición digital: Librodot.com

Marechal Leopoldo, “Del amor navegante” en “Poesía” (1924-1950). Ediciones del 80.

Murena Héctor, A. “La metáfora y lo sagrado”. Ed. El barco de papel.

Portal Frederick, “El simbolismo de los colores”. Ed. Olañeta.

Truffaut François, “El cine según Hitchcock”. Ed. Alianza.

•9. FICHA TÉCNICA TITULO:

«BATMAN. EL CABALLERO DE LA NOCHE»

TÍTULO ORIGINAL: The dark knight

DIRECCIÓN: Christopher Nolan

GUIÓN: Christopher Nolan, Jonathan Nolan

INTERPRETES: Christian Bale, Michael Caine, Heath Ledger, Aaron Eckhart, Maggie Gyllenhaal, Gary Oldman, Morgan Freeman

FOTOGRAFÍA: Wally Pfister

MÚSICA: James Newton Howard, Hans Zimmer

MONTAJE: Lee Smith

ORIGEN: Estados Unidos (2008)

DURACIÓN: 150 minutos

NOTAS:

[1] El simbolismo tradicional de las cartas de tarot está lejos de la superchería adivinatoria en la que fue convertida por la pérdida del sentido de trascendencia de las civilizaciones modernas, y por la condena que recibió por parte de la Iglesia con posterioridad a la edad media. Muy sucintamente, y para dar una explicación muy elemental del simbolismo del tarot, que excedería el objeto de este trabajo, los arcanos menores representan diferentes aspectos del estadio humano, mientras que los arcanos mayores simbolizan ideas trascendentes, que mediante su contemplación permiten la elevación del alma. Esto es comparable a la contemplación de un icono religioso, o a la lectura de un pasaje bíblico.

[2] Por otra parte es importante aclarar que todo símbolo lleva en sí una ambivalencia constitutiva con una significación, si se me permite, positiva o negativa (alta o baja) según el contexto en que este inmerso.

[3] Teniendo en cuenta este índice: El Guasón y los tres perros. Podemos trazar una analogía con Hades, el dios griego del inframundo, asimilado en época cristiana al diablo. El perro que guardaba su morada infernal era Can Cerberos, un monstruo de tres cabezas y cola de serpiente.

[4] “El reino de la cantidad y el signo de los tiempos” René Guenon.

[5] “Para esto se precisa sutileza. El que tenga inteligencia calcule la cifra de la Bestia, porque es una cifra humana: 666.” Apocalipsis 13. 18. En la antigüedad, los números y la geometría tenían una significación muy distinta de la pura materialidad a la que fue reducida en la actualidad. Más allá de representar cantidades, de los números emanaban principios trascendentes. Hasta la relación entre el diablo y el número seis cayó en un reduccionismo que parece arbitrario, olvidando el principio simbólico que hace que el número seis pueda asimilarse al demonio. El seis “…reúne dos complejos de actividades ternarias. Puede inclinarse hacia el bien pero también hacia el mal, hacia la unión con Dios pero también hacia la revuelta.” “Diccionario de Símbolos”, de Jean Chevalier – Alain Gheerbrant. Traducción: Manuel Silvar, Arturo Rodríguez, J.Olives Puig. Ed. Herder

[6] Khaos significa “abertura ancha; sima, abismo”, también “extensión infinita” y también “confusión de elementos”. Conectable con “abrirse, entreabrirse; tener la boca abierta” y de allí “abrir la boca para hablar”. “La Iliada glosario”, Bosia Jorge y Zetina Ana. Edición particular.

[7] “Diccionario de mitología griega y romana”. Pierre Grimal, Paidos.

[8] “Diccionario de Símbolos”, de Jean Chevalier – Alain Gheerbrant. Traducción: Manuel Silvar, Arturo Rodríguez, J. Olives Puig. Ed. Herder.

[9] En el Génesis Bíblico, Dios crea el mundo ex-nihilo, de la Nada. Y su primer acto creador también fue la creación de una dualidad complementaria: Tierra-Cielo y luego Luz-Tinieblas. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.” Génesis 1. 1-5. Biblia de Jerusalem.

[10] Y aún cuando El Guasón no proponga una falsa dualidad a resolver, su espíritu sobrevuela todo el relato. Batman/Wayne se debate entre continuar con su vida heroica o vivir una vida junto a Rachel Dawes. Y Rachel entre el amor de Dent y el amor de Batman/Wayne. Rachel es la única que toma una verdadera decisión, casarse con Harvey Dent. E inmediatamente después muere como una heroína, víctima de un plan urdido por El Guasón.

[11] “Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo…” Génesis 2. 19-20. Biblia de Jerusalem.

[12] La Voz de Dios que proviene de lo alto es de origen vertical. Y la voz de la serpiente, animal que repta en tierra, es por sus atributos de origen horizontal. Eva compara ambas voces como si pertenecieran a planos idénticos.

[13] Todo símbolo requiere de un sustrato, un soporte material para poder encarnarse. Y uno de los elementes que hacen de la serpiente la madre de lo dual es su lengua bífida, es decir hendida en dos partes.

[14] Esta analogía entre El Guasón y la serpiente está remarcada con un gesto que realiza Heath Ledger como el personaje de El Guasón y que repite una y otra vez a lo largo de toda película: sacar la lengua de su boca como si fuera una víbora.

[15] A compadecernos, es decir a “padecer con”.

[16] Es interesante ver que ya a esta altura de la película el personaje de El Guasón ya ha sido asimilado analógicamente al diablo y declara que su objetivo es la perdición del alma de Ciudad Gótica.

[17] “El reino de la cantidad y el signo de los tiempos” René Guenon. Ed. Paidos

[18] Leviatán en hebreo לִוְיָתָן, liwyathan, que significa “retorcido” o “enroscado”.

[19]“… Uroboros (el que se devora la cola) es el nombre técnico de este monstruo, que luego prodigaron los alquimistas. Su más famosa aparición está en la cosmogonía escandinava. En la Edda Prosaica o Edda Menor, consta que Loki engendró un lobo y una serpiente. Un oráculo advirtió a los dioses que estas criaturas serían la perdición de la tierra. Al lobo, Fenrir, lo sujetaron con una cadena forjada con seis cosas imaginarias: «el ruido de la pisada del gato, la barba de la mujer, la raíz de la roca, los tendones del oso, el aliento del pez y la saliva del pájaro». A la serpiente, Jórmungandr, «la tiraron al mar que rodea la tierra y en el mar ha crecido de tal manera que ahora también rodea la tierra y se muerde la cola».” Jorge Luis Borges, El Libro de los seres imaginarios. Ed. Emecé.

[20] Esta acción también puede verse como un acto de autofecundación. De ahí la idea de ciclo y repetición.

[21] En el caso de la primera figura los colores son verde y rojo, que tienen un simbolismo especial en la labor alquímica. En la segunda imagen los colores son blanco y negro. Y es aquí donde encontramos una relación de equivalencia simbólica con el ying-yang de la tradición china.

[22] “Diccionario de símbolos”, Juan Cirlot. Ed. Siruela

[23] El símbolo de la Serpiente se cambió por el del Dragón con un cuerpo hecho de luz y de oscuridad.

[24] Tratado alquímico anónimo.

[25] Evangelio de San Lucas 9. 23. Biblia de Jerusalem.

[26] “Diccionario de símbolos”, Juan Cirlot. Ed. Siruela

[27] Se alcanza esta «estación», o este grado de realización efectiva del ser, por El-fanâ, es decir, por la «extinción» del «yo» en el retorno al «estado primordial»; esta «extinción» no carece de analogía, incluso en cuanto al sentido literal del término que la designa, con el Nirvâna de la doctrina hindú. Más allá de El-fanâ, hay todavía Fanâ el-fanâi, es decir, la «extinción de la extinción», que corresponde del mismo modo al Parinirvâna (ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. XIII). En un cierto sentido, el paso de uno de estos grados al otro se refiere a la identificación del centro de un estado del ser con el del Ser total, según lo que se explicará más adelante. (Nota de “El simbolismo de la cruz”. René Guenon. Ed. Obelisco)

[28] El confucionismo desarrolla la aplicación del «Invariable Medio» en el orden social, mientras que su significación puramente metafísica viene dada por el taoísmo. (Nota de “El simbolismo de la cruz”. René Guenon. Ed. Obelisco)

[29] “El simbolismo de la cruz”. René Guenon. Ed. Obelisco.

[30] La palabra tragedia viene del griego Tragodia compuesto por tragos (chivo) y oide (canción). Tragedia viene del grito del chivo al ser degollado públicamente. La tragedia era un ritual dedicado al dios Dionisos en el cual se sacrificaba un macho cabrío que representaba al dios. (Para vislumbrar una relación entre cine y tragedia ver el ensayo de Ángel Faretta “Guía para perplejos II” en “Espíritu de simetría”, editorial Dejaen.

[31] “Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.” San Juan 19. 33-35, Biblia de Jerusalem.

[32] Nox = Noche.

[33] “Alquimia” Titus Burckhardt. Ed. Paidos.

[34] “El simbolismo de los colores” Frederick Portal. Ed. Olañeta.

[35] Si bien el color negro del traje de Batman, no se originó en esta película siendo herencia de otras historias previas. El simbolismo del color negro se actualiza en esta obra.

[36] Reseña escrita por Ascanio Cavallo.

[37] “Mito y realidad”. Mircea Eliade. Ed. Labor.

febrero 4, 2009

Jack

JACK DE FRANCIS F. COPPOLA

LA ACEPTACIÓN DE LA CRUZ

por Walter Ferrarotti

Antes de introducirnos de lleno en el análisis del film que no ocupa desarrollaremos brevemente algunos aspectos del simbolismo tradicional del Número, fuente en la que abreva Coppola para construir su película.

1. El Número y la Forma

«Los números son el más alto grado de conocimiento… El número es el conocimiento mismo.» (1)


«El conocimiento de los números es el mejor medio para acercarse a las verdades divinas.»
(Nicolás de Cusa)

Los números tradicionalmente representan ideas. La palabra «Idea» en la antigüedad era sinónimo de «Forma», palabra que nos lleva a la geometría.Esto es, que con las «ideas» que surgen de la contemplación del número y su representación geométrica es posible construir un «puente» entre el hombre y el mundo de las Ideas, el mundo de los arquetipos. «El significado de la palabra arquetipo, se remonta a la tradición cultural del mundo griego. Typos, primitivamente, significa golpe, ruido hecho al golpear, marca dejada como consecuencia de un golpe. Arje agrega el sentido de principalidad, originalidad. Por tanto: golpe o marca original. El arquetipo es así una suerte de modelo original que impacta al hombre y lo atrae por su ejemplaridad, un primer molde -inmóvil y permanente-, una forma o idea concretada en una persona, que tiende a marcar al individuo, instándolo a su imitación. El Arquetipo supremo es Dios mismo, el ejemplar sumo, o mejor, el que contiene en sí las ideas ejemplares de todas las cosas.» (2)
Los tiempos decayeron y la riqueza de los símbolos fue eclipsada por el pensamiento moderno. Hoy los números sólo son cantidades en el «reino de la cantidad» (3), como se ha dado en llamar, con suma justicia, a nuestra época. De las tinieblas de la ignorancia los rescata el cine (o cierto tipo de cine), para que iluminen con su belleza simbólica la noche de la modernidad.Francis Ford Coppola construye simbólicamente su película sobre la base del Número y su «Forma», es decir que se enanca en un lenguaje universal que nos permite religarnos con el mundo de los arquetipos divinos, y así con el Supremo Arquetipo, nuestro Creador.

Aquí se muestra a Cristo utilizando un compás para reconstruir la creación del universo a partir del caos primigenio… La geometría está simbolizada aquí a la vez en sentido individual y universal y en tanto que instrumento mediante el cual el reino arquetípico superior transmite orden y armonía al mundo vital.

2. El Cubo / La Tierra

«El cuatro es el número de la Naturaleza, pero no en su impulso vital, sino en su marco fijo, que no admite variación ni desbordamiento. Lo Real, Limitado y Rígido.» (4)

Los cuerpos cuadrados no están destinados a la rotación como los cuerpos esféricos. Su forma quebrada y el apoyo de su base sobre la horizontal nos dan la idea de inmovilidad o mejor de estabilidad en oposición a la dinámica del movimiento circular. El cuaternario se ha considerado siempre y en todas las Tradiciones como el número propio de la manifestación universal, es decir de todo lo creado.»El cuaternario se ve como presupuesto por la manifestación, en el sentido de que la presencia de todos sus términos es necesaria para el desarrollo completo de las posibilidades que ella comporta y por eso en el orden de las cosas manifestadas se encuentra siempre particularmente la señal del cuaternario; de ahí por ejemplo: los cuatro elementos…» (5) (tierra, agua, aire y fuego) en que se diferencia y con los cuales necesariamente se constituye la materia (6). También los cuatro puntos cardinales (norte, sur, este y oeste) que son las direcciones en que se desarrolla toda la creación. El cuadrado es el símbolo de la tierra por oposición al cielo, de «lo creado» por oposición a lo «no creado» y al Creador. El cuadrado como símbolo de lo material es la antítesis de lo trascendente. Los 3 (tres) primeros números corresponden a la Divinidad (La Santísima Trinidad) y el 4 (cuatro) a la materia inanimada, por esto se entiende sin conciencia, no sin vida. Por extensión, y sin forzar el símbolo, podemos llevar esta interpretación del cuadrado como lo terreno, a una simbólica de la ciudad (7), de la casa y del hombre (8) en cuanto ser terreno / material / sin conciencia (recordemos, que según la Tabla esmeraldina: «…lo que está abajo es como lo que esta arriba…») (9) . El número cuatro o cuaternario alcanza su más elevada expresión en el plano de lo humano manifestándose en las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, dentro del ámbito de la Moral, ya que estas virtudes a diferencia de las teologales que son dadas por Dios, pueden ser alcanzadas por el esfuerzo del hombre.

3. La Tríada o la abolición de la Dualidad

«El TAO engendró a la unidad, la unidad engendró la dualidad, la dualidad produjo la tríada. La tríada dio vida a todas las cosas.» (10)

«El primer acto creador lleva a la aparición de lo ot ro. Del Dos representado como un punto frente a otro… El dos en cuanto dualidad se presenta como algo inarmónico, desequilibrado… ya que supone el inicio de la separatividad o de la  multitud» (11) . Cuando el dos se presenta como una relación entre dos polos opuestos que se complementan equilibradamente, implica necesariamente la aparición de un tercer elemento como representativo de esta relación armónica. El número tres constituido por la unión de la Unidad y la Dualidad, es decir, por el Unidad que contiene a la Dualidad como dos realidades diferenciadas en apariencia, da lugar al Ternario (1 + 2 = 3). Esta es la verdadera realidad de las Tríadas sagradas, la terna que es una mónada, la Unidad en la multiplicidad. La forma geométrica del Ternario es el triángulo equilátero con el vértice hacia arriba, representando a la Divinidad (El UNO) que actúa armónicamente sobre el Dos. El Uno se eleva verticalmente por sobre la polaridad horizontal, realizando así la síntesis de los opuestos al contenerlos en su seno.»El TRES se constituye así en símbolo de la Divinidad en su vertiente trinitaria, reconocida como tal en toda la Tradición, y es aquí donde hablamos, con el lenguaje cristiano, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (12) . La Trinidad hace referencia a una relación recíproca y permanentemente equilibrada entre sus partes. Es en este sentido trinitario en que cabe hablar del 3 = 1 + 1 + 1, la forma geométrica que representa esta relación es la de tres circunferencias entrelazadas. «El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios debe presentar desde esta óptica una realidad trinitaria (la tri – unidad)… de cuerpo, alma y espíritu.» (13) Recordemos que tres son los atributos del Cristo naciente: Rey, Sacerdote y Profeta. Y tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.

4. La Esfera / El Cielo

«No- existencia y existencia son uno y lo mismo en su origen; sólo se separan cuando se vuelven manifiestos. Esta unidad se denomina profundidad. La infinita profundidad es la fuente donde se origina todo lo que hay en el Universo» (14) . Acabamos de decir que el número 3 (tres) representa lo divino. El número 10 (diez) también es símbolo de lo divino, pero por otro tipo de Ideas que surgen de su contemplación. El diez «… tiene el sentido de la totalidad, del acabamiento, del retorno a la Unidad tras el desarrollo del ciclo de los nueve primeros números.» (15) Su representación geométrica es el círculo. El círculo es una figura que no tiene quiebres, el movimiento circular es perfecto, inmutable, sin comienzo ni fin, ni variaciones. El círculo es la forma en que se representa el retorno a la Unidad. Es el regreso de lo manifestado, de la multiplicidad a su Principio, a su Origen.Figura tan simple y tan perfecta, fue tomada por la Tradición como símbolo de la Unidad Principal y del Cielo, y por extensión de lo Espiritual. El círculo expresa el soplo de la divinidad sin comienzo ni fin.

5. Jack. La tensión Tierra – Cielo

Conociendo, ahora, esta simbólica del cuadrado (como lo terreno / material / estático / sin conciencia), del Tres (como la superación vertical de la dualidad y así de lo Trinitario) y del círculo (como el retorno a lo Divino / Celeste / Espiritual) podemos intentar una aproximación a Jack. La película comienza con una fiesta de máscaras. La madre de Jack está disfrazada de bruja y su padre como el hombre de hojalata del Mago de Oz. Ambos están bailando en ronda (figura circular) alrededor de la pista del salón. Durante este baile la madre de Jack comienza a sentir los dolores del parto. Parto prematuro ya que sólo lleva dos meses de embarazo. Al hospital llegan con una pareja de amigos, un hombre y una mujer que estaban en la fiesta. Él disfrazado de paquete de cigarrillos (cubo) y ella de copa de champaña (círculo). La habitación del hospital donde va a nacer Jack tiene el número 34 (el tres, lo Trinitario y el cuatro, lo terreno). Jack tiene 10 (diez) años y nunca franqueó los límites de su casa. Sus padres construyeron un «paraíso» para él puertas adentro. Su habitación es como una torre circular ubicada en lo más alto de la casa, allí toma clases con su profesor particular. Jack desea y necesita salir de su casa, necesita del contacto con otros chicos, es por eso que quiere ir a la escuela. La madre se niega a este deseo, no quiere que lo señalen como un freak (fenómeno). Mas adelante lo vemos jugando con su mamá, un juego muy popular en E.E.U.U. que se llama «Marco Polo». En medio de la oscuridad la madre lo persigue por todos los rincones de la casa. Jack se oculta debajo de la cama de sus padres, una vez que es descubierto, mientras insiste en manifestar su deseo de ir a la escuela, lo vemos pasar su mano por sobre la superficie de la parte inferior de la cama que se extiende sobre él. Al no ser el arte una ciencia exacta, y si tenemos en cuenta las formas que se nos revelan en esta escena, podemos relacionar la «cama» como símil a un gran cuadrado que se cierne por sobre Jack. El acto de pasar la mano por la superficie antes descripta nos indica, sumado a otros gestos que Jack realiza, que éste está como buscando una salida de ese cuadrado que se extiende sobre él. Inmediatamente después, antes de salir de su escondite, Jack se golpea la cabeza con la cama. Esta cama, asimilada ya al cuadrado, pertenece a sus padres, esto nos lleva a pensar que el cuadrado (la casa materna, el mundo terrenal de Jack) que «construyeron» sus padres es un obstáculo que en medio de la oscuridad impide el «crecimiento» de Jack. Recordemos que es la madre la que no deja que Jack vaya a la escuela, o lo que es lo mismo: no quiere que salga de la casa. Antes dijimos que el juego con su madre consistía en perseguir a Jack por todos los rincones de la casa en medio de la oscuridad. Podemos pensar entonces que Jack necesita salir (trascender sería la palabra) de los limites de esa casa que se le presenta como una «prisión» de cuatro (4) paredes. La casa, si nos atenemos a la simbología que esbozamos anteriormente, puede ser representada como un cubo, y la oscuridad en la cual se desarrolla el juego puede ser considerada como un atributo de lo terreno / material / sin conciencia. Ya que al estar escindido de lo divino, lo terreno se sumerge en lo tenebroso, careciendo de la luminosidad que le brinda la unión con lo espiritual / celeste. Este es el lugar donde la madre quiere recluir a Jack para preservarlo del «afuera», e irremediablemente también de lo «alto». Recordemos otra escena: Jack desciende las escaleras en el interior de su casa dentro de una caja de cartón (cubo), para luego aparecer en el exterior andando en bicicleta (movimiento circular). Esta escena termina cuando Jack se topa, montando su rodado, con la puerta del garaje (cuadrado) y le pide a su padre que coloque un aro de basquet (círculo) sobre este. Jack intuye íntimamente que debe haber un orden superior, un orden de jerarquías en donde lo circular (lo divino) está por sobre el cuadrado (lo terreno); Jack intuye que debe haber algo «más» que el mundo que sus padres, en especial su madre, construyeron para él. Podemos inferir, como hipótesis, que estas dos figuras: el cuadrado (lo terreno) y el círculo (lo divino) se encuentran en permanente tensión en Jack. Ya que el cuadrado (lo terreno) se le presenta como un Todo, que aún siendo limitado, no le permite el acceso a una dimensión más elevada de la Realidad, lo circular (lo divino). Esta tensión de ninguna forma es enfrentamiento, ya que lo terreno y lo divino se encuentran en diferentes planos de la Realidad. Lo terreno, decimos lo creado, está contenido en lo divino, el Creador. Esta tensión que se manifiesta en Jack es aparente e ilusoria: es el hombre que está tentado a creer que lo Real tiene su limite en el mundo concreto / material. Ahora tomemos el número 34 (número de la sala del hospital donde nació Jack) donde el tres, por ser el número de la Trinidad, simboliza lo divino y el cuatro lo terreno. Estos dos números sumados dan siete. Este último, es simbólicamente el número de la totalidad (16) por unir en sí lo terreno y lo divino. La simbología de este número logra su más bella expresión en la cruz (17) salvadora de Cristo donde se une: lo terreno (la humanidad de Cristo, los cuatro brazos de la cruz) y lo divino (la divinidad de Cristo, ya que al ser engendrado por el Padre de su misma sustancia, en Él se manifiestan: Él Padre, Él Espíritu Santo, y Él mismo, es decir las tres Personas de la Trinidad). La figura geométrica que representa al número 7 (3 + 4) es un triángulo que comparte su base con el lado superior del cuadrado y se lo llama

septenario. Esta figura aparece representada en Jack en su variante tridimensional. Cuando Jack comienza a ir a la escuela es aceptado por un grupo de cuatro (4) chicos que lo invitan a una casa que construyeron sobre un árbol (18) . La construcción de esta casa del árbol consta de una base con forma de cubo y de una parte superior con forma de pirámide de cuatro cara. Si trasladamos las formas esta casa al plano, éstas guardan la misma representación que el septenario (ver figura más arriba). Promediando la película esta casa, más exactamente la parte inferior (lo cúbico), va caerse del árbol quedando el techo (la pirámide) suspendida de las ramas. En esta escena volvemos a vislumbrar la tensión existente entre lo terreno (el cubo) y lo divino (aquí lo triangular) (19) . El árbol que tenemos como marco en esta escena puede ser tomado como el «Eje del mundo»: «Dado que sus raíces se sumergen en el suelo y sus ramas se elevan en el cielo, el árbol es universalmente considerado como un símbolo de las relaciones que se establecen entre la tierra y el cielo». Así podemos inferir que esa separación abrupta entre el cubo y la pirámide de cuatro caras, y la posterior caída del cubo desde lo alto del árbol es una ruptura entre lo terreno y lo divino en el marco del eje del mundo, el árbol (20) . Es interesante recordar que la casa del árbol se cae porque una mariposa se apoya sobre una astilla levantada del marco de la ventana (es evidente que la ventana guarda la forma de un cuadrado). La mariposa al posarse sobre esta astilla hace que vuelva a su lugar, reconstruyendo de esta manera el marco de la ventana. Simbólicamente la casa del árbol (el mundo de Jack) se cae porque el marco de la ventana, es decir el cuadrado / lo terreno, terminó de constituirse. Jack experimentó al máximo las posibilidades del cuadrado, las posibilidades de lo terreno, ahora necesita trascenderse, necesita ir hacia lo alto como el vuelo de la mariposa. En forma graciosa e inteligente Coppola nos muestra que la casa se cae por «el peso» de la mariposa. Esta nos da la idea de regeneración, un ser que abandona su antigua vestidura, que deja de reptar por tierra para transfigurarse en un ser alado que surca el cielo. Este es el camino de Jack y es por eso que «el peso» de la mariposa hace caer la casa, separando lo terreno (la vieja vestidura) de lo divino. Inmediatamente después de esta caída, Jack va a empezar a tomar conciencia de la precariedad de su vida. Una compañera de Jack está comentando en clase que cuando tenga 28 años quiere estar casada y tener muchos hijos. Jack por lo bajo y llorando murmura que cuando sea grande quiere ser un «ser vivo». El cambio que se produjo en Jack con sus nuevos amigos fue necesario para traspasar los límites de su «casa» materna y así ampliar su horizonte. Pero es evidente que a Jack no le bastó, si no sería inexplicable su angustia y su tristeza. Si bien esta amistad es símbolo de la amistad con Dios (21) y esto se ve reflejado en la construcción de la casa del árbol (la unión de lo divino, la pirámide y lo terreno, el cubo) no basta para Jack, de ahí la precariedad de esta casa. Lo cierto es que este cambio se operó en lo horizontal, es decir en el ámbito de lo terreno, es de suyo que por este motivo cae la casa del árbol. Cuando hablamos de lo terreno (el cuadrado / el cubo), hablamos de lo humano y como sabemos lo humano es finito, precario y limitado. Jack, aunque aún no lo sepa, está buscando aquello que no tiene límites, aquello que es eterno, lo divino. Esta idea también podemos contemplarla en las características del cuadrado y del círculo, figuras que representan respectivamente, como vimos, lo terreno y lo divino. El cuadrado al ser una figura quebrada nos da la idea de límite, y así de finitud. El círculo al ser una figura sin quiebres nos da la idea de una línea que no tiene ni comienzo ni fin, es decir de infinito o de eternidad. Jack intuye que no basta con tener una familia y con tener amigos. Jack necesita trascender, necesita trascenderse. Es así que invita a su maestra a un baile de estudiantes. Esto es, comienza la busca del polo opuesto, lo femenino, para complementarse. Pero esta vía se le presenta inaccesible. La maestra se niega y Jack desilusionado cae de una escalera (como antes cayó la casa, recordemos) sufriendo un infarto. Convaleciente y ya en su habitación es visitado por su mamá quien le regala una caja (cubo) que contiene en su interior tres bolas (esferas), mientras le informa su decisión de que él no va a ir más a la escuela, con la excusa de preservarlo de otro ataque. Luego le canta una canción que reza entre sus estrofas: «…Tú me perteneces…» Jack le devuelve la caja con las bolas, no las quiere, no puede aceptarlas. Las esferas (lo divino, recordemos que son tres) no pueden estar contenidas en el marco del cubo (lo terreno). Es a la inversa, lo circular contiene al cuadrado, lo divino / el Creador debe contener lo terreno / la creación. La madre de Jack es el polo material que lo retiene dentro del cubo / terreno / casa, no deja que desarrolle todo su potencial, evitando de esta forma la posibilidad latente que hay en Jack de trascendencia. Recordemos que madre viene de «mater» que significa materia. Tal vez, por este motivo el disfraz de bruja que lleva la madre de Jack al comenzar la película. Podemos deducir hasta aquí, por los índices que nos da el film, que Jack tiene que salir del cuadrado (lo terreno / estático / sin conciencia) para ir hacia lo circular (lo celeste / divino / espiritual), para que este contenga a aquel, y de esta forma llene de sentido y de luz la vida de Jack.

6. La Tetrakis Pitagórica o la Vía de la Tierra al Cielo

Jack tiene una extraña enfermedad que lo condena a envejecer cuatro (4) años por cada uno (1) de vida. Luego de un corto prólogo la película se desarrolla cuando Jack tiene diez (10) años.La fórmula numérica de la Tetrakys pitagórica es la siguiente: 1 + 2 + 3 + 4 = 10
Habíamos escrito más arriba:»El cuaternario se ha considerado siempre y en todas partes como el número propio de la manifestación universal…(22) » El cuatro es el número de la manifestación física de la Realidad, es el número de la materia e incluso del hombre como ser terreno sin conciencia. El denario (10) formado por 9 + 1 nos conduce a la idea de la multiplicidad que regresa a la unidad. Los números en su manifestación sucesiva que va del 1 al 9 logran cumplimentar un ciclo para luego recomenzar otro nuevo en un nivel superior (23) . Ciclo, está tomado del latín «cyclus» y este del griego «círculo». Podemos entonces representar al número diez (10), es decir el regreso de la multiplicidad a la Unidad, como un círculo (una línea que sin quebrarse retorna al punto de partida). El círculo dividido en cuatro partes iguales por una cruz formada de dos diámetros perpendiculares representa la relación entre el cuaternario y el denario. El cuaternario está representado geométricamente por el cuadrado, si se lo encara en su aspecto «estático»; pero, en su aspecto «dinámico», como es el caso aquí lo está por la cruz; ésta cuando gira en torno a su centro, engendra la circunferencia, que, con el centro, representa al denario, el cual, según antes hemos dicho, es el ciclo numérico completo» (24) . Si entendemos bien, el cuatro que irrumpe trágicamente en la vida de Jack es el número que se repite cíclicamente por cada año hasta llegar a los 10 años de vida (el 4 genera al 10 / la cruz engendra al círculo). Y los 10 (diez) años de Jack representan el ciclo que cumplió la multiplicidad (lo material) para volver a la Unidad (lo divino), es decir que lo terreno (el cuatro) en Jack ya cumplió su ciclo, es tiempo de trascender, de volver a la Unidad. Habíamos dicho que Jack tenía que salir del cuadrado (lo terreno / material / estático) para ir hacia lo circular (lo celeste). En la fórmula de la Tetrakys podemos ver que los primeros cuatro números generan el diez o lo que es lo mismo, el cuaternario da lugar al denario. Pero, para que esto sea posible es necesario que tal cuaternario sea dinámico y no estático como el cuadrado. La representación geométrica de dicho cuaternario es la cruz.

Es así que, para que Jack pueda salir del cuadrado (lo terreno) e ir hacia lo circular (lo divino), antes tiene que pasar por la cruz. Esto es, Jack debe asimilarse a la figura crística aceptando su enfermedad, la precariedad de su vida. La enfermedad de Jack, a pesar de ser trágica como toda cruz, es una cruz ligera porque pudo elevarse por sobre lo estático, lo limitado, lo rígido del cuadrado, y así apoyarse en lo circular de lo Divino. La cruz que al girar da lugar al círculo es un símbolo del camino que tiene que seguir Jack, que tiene que seguir todo hombre. Jesús… «Decía a todos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame’ » (San Lucas 9, 23)


7. El mástil / La Cruz. La unión Cielo / Tierra.

La cruz nos lleva a una de las primeras escenas de la película. Veamos. Los padres de Jack están siendo informados por los médicos del mal que padece su hijo. Mientras los médicos explican los pormenores de tal enfermedad, Jack está en brazos de su madre observando atentamente el lugar. Primero mira hacia el cielo raso donde fija su atención sobre un plafón esférico, baja la vista y descubre en una repisa un velero en miniatura con su palo mayor erguido y sus velas desplegadas. Continúa el descenso de su mirada para posarse en un televisor (cubo ) encendido donde pueden verse tres células (circulares) entrelazadas que están siendo contenidas por una circunferencia mayor. El eje de esta escena se encuentra en los ojos de Jack, cuando mira hacia arriba verticalmente ve un plafón / esfera (Lo divino / espiritual). Cuando mira horizontalmente ve el televisor / cubo (lo terreno / el hombre) con tres células / círculos (la Trinidad) en su interior. Aquello que une lo esférico y lo cúbico, y su significación Cielo / Tierra como dos planos de lo Real, es el velero con su mástil vertical. Hablemos, entonces del mástil o palo mayor.»Entre los símbolos descubiertos en los osarios judeocristianos arcaicos, tenemos… la nave. Y esta nave es tal como podíamos esperar, con la antena cortando el palo mayor, lo que le da la forma de una cruz. La nave con su arboladura aparece pues como una figura de la cruz salvadora. Este parece ser la forma más antigua del simbolismo salvífico de la nave, que persistirá más adelante. Incluso cuando se identifique a la nave con la Iglesia, el palo mayor seguirá siendo el símbolo de la cruz» (25) . En Homero encontramos una prefiguración de la crucifixión cuando Ulises es encadenado al mástil de su navío para no sucumbir a la seducción de las sirenas que atraen con sus encantos y despedazan a los viajeros. Marechal nos dice al respecto: «Y el héroe, encadenado al mástil, oye la voz de las sirenas y en su canción temible se alecciona; más no desciende a ellas, porque está sujeto de pies y manos, ni abandona el rumbo de la dulce patria, porque la virtud del mástil lo protege. Pero la verdad fue revelada a los pequeñitos; y es el verbo humanado que nos la reveló no lo hizo sin dejarnos el mástil de la fortaleza, el mástil de dos brazos en cruz a que se dio Él mismo para enseñarnos la verdadera posición del navegante, y que abarca toda vía y ascenso, en la horizontal de la amplitud y en la vertical de la exaltación. Laus Deo et Agno (26) (27) Podemos decir que la escena que describimos más arriba, guarda la clave de la película. El mástil es el punto de encuentro entre, lo esférico / divino / espiritual y lo cubico / terreno / material. El mástil, figura que representa la cruz, es el lugar donde se rectifica el desvío tomado por el hombre luego de acaecido el pecado original. La cruz devuelve al hombre, separado de su Creador, la posibilidad de la filiación divina al unir el travesaño horizontal (lo terreno / el hombre) con el travesaño vertical (lo divino / el Creador).

8. Siete años después… (28)

«Yahveh, ¿Quién morará en tu tienda? Quién habitará en tu santo monte? (Salmo 15, 1)

ntes habíamos hablado del septenario (7) constituido por 3 + 4, estos dos números aparecen en la sala de partos donde nace Jack y se reiteran a lo largo de toda la película. También dijimos que estos dos números, el 3 como número de lo celeste y el 4 como número de lo terreno están en franca tensión en Jack, quien debe trascender lo terreno para acceder a la vía que conduce a lo divino. Cuando Jack logra, por fin, aceptar su enfermedad y la precariedad de su vida, todo aquello que está en el plano de lo terrenal: su familia, sus amigos, la escuela, etc., adquieren un nuevo sentido para Jack, ya que ahora no son el Todo de su mundo, lejos de ello están enmarcados por un Principio mayor que los supera, los contiene y los ilumina a la vez. Recordemos la escena en donde Jack anuncia que decide volver a la escuela. Lo primero que ve el espectador son dos periódicos extendidos verticalmente cubriendo a los padres de Jack que los están leyendo mientras desayunan. Jack aparece en un pequeño espacio, un intersticio apenas, entre esos periódicos desplegados por sus padres. No nos es difícil ver, en esta puesta en escena, un gran cuadrado en la figura que forman los periódicos unidos. Y podemos considerar al intersticio que da lugar a la aparición de Jack, como a una grieta que éste logró abrir en el cuadrado, encontrando así una salida que le permite romper y abandonar la rigidez del cubo y ascender a un plano totalizador. Mucho más significativa es esta escena, si tenemos en cuenta que aquellos que están formando el cuadrado con los periódicos son sus padres. De esta manera, al abrir una grieta en el cubo, logró una comunicación con el arriba ordenando y poniendo en su lugar los diferentes planos de la Realidad, es decir que pudo integrar lo terreno (4) con lo divino (3), en otras palabras alcanzó la totalidad, el septenario (7). Es por eso que la película retoma la vida de Jack siete (7) años después. En el epílogo lo vemos a Jack viejo, deberíamos decir sabio, a pesar de sus diecisiete (17) años.

Este dibujo caligráfico zen japonés representa armoniosamente la «creación» mediante la simple progresión desde la unidad del círculo, pasando por el triángulo hasta la forma manifiesta del cuadrado. (29) «

Jack tiene que realizar el camino inverso, salir del cuadrado, pasar por el triángulo, integrar los dos anteriores y así llegar al 7 (siete), para luego alcanzar la decena (diez), la vuelta a la Unidad. De ahí los 17 (diecisiete) años de Jack (3 + 4 = 7 + 10 = 17). Jack es el encargado de dar el discurso de graduación. El paisaje que enmarca esta escena es una cadena de montañas en profundidad de campo, que no parecen estar más altas que el lugar donde se encuentra Jack, dándonos la idea de que éste accedió a un lugar elevado. El escenario donde Jack da el discurso es circular, está soportado por cuatro columnas y su «techo» es la infinita y bella bóveda celeste. Jack al poder integrar en su verdadera dimensión lo terreno (cuatro) y lo divino (tres) a imitación de Cristo que integró estas dos realidades en la cruz, llega a la totalidad (siete) conquistando las alturas (montañas) y adhiriéndose así a lo divino (él número diez, él círculo, lo celeste) y apoyándose en lo terreno / material (las cuatro columnas). En otras palabras, Jack debe apoyarse en las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza) y en las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) y así lograr la santidad por intermedio del Espíritu Santo y sus siete dones (sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios) y de esta forma hacerse hijo de Dios (diez), ya que… «Todos lo que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios… herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.» (Romanos 8, 14-17). «Si mi servidor triunfara: será exaltado y elevado a una altura muy grande»  (Isaías 52, 13)

9. El Principio de Simetría. Definición

«La repetición de un objeto, una palabra, una frase, un gesto y hasta una entera situación, produce -provoca- en el espectador el deseo de su «lectura», de su interpretación. Este «pasaje», dado por el «principio de simetría», se corresponde con el paso del índice al símbolo. Cualquier objeto puede convertirse en simbólico en la medida en que, previamente, se lo haya mostrado en su carácter funcional, indicial, es decir: que indique exactamente su función en el mundo de los objetos. Un encendedor, una silla, esta hoja en la que estoy escribiendo, pueden alcanzar el status de símbolo, solo si previamente son mostrados como cosas que exhiben las cualidades propias para las que fueron creadas y después, entonces, pueden ser «desviadas», desplazadas al plano simbólico.» (30)

Tomando esta definición de Angel Faretta como guía, intentaremos desarrollar la interpretación de Jack partiendo de algunos elementos que se reiteran durante la película y que de esta manera «exigen» nuestra lectura.

10. La mariposa. Muerte y resurrección.

«Jesús le respondió:Yo soy la resurrección. El que cree en mi, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás…» (San Juan 11, 25)

«Uno de los aspectos del simbolismo de la mariposa está fundado en sus metamorfosis: La crisálida es el huevo que contiene la potencialidad del ser; la mariposa que sale es un símbolo de resurrección. También es, si se prefiere, la salida de la tumba» (31) . El icono «mariposa» aparece en tres escenas: La primera al comienzo de la película cuando Jack está jugando en el jardín y observa la salida de una mariposa de su crisálida. La segunda escena, que ya describimos, muestra a una mariposa posándose sobre la arista de la ventana en la casa del árbol y «provocando» la caída de la misma. En la tercera escena Jack ya sufrió el infarto y está recluido en su casa. Se asoma a la ventana y ve una mariposa volando, con la luna llena (figura circular) como marco. Ésta, se posa en la ventana (como antes se posó en la ventana de la casa del árbol provocando la caída), Jack la toma en sus manos y descubre que está muerta. En estas tres escenas simétricas, Coppola construye el símbolo de muerte y resurrección. Nos muestra el ciclo vital de la mariposa y su precariedad. Estas ideas nos conducen a asimilar este símbolo a la vida de Jack. Habíamos dicho que éste debía aceptar su enfermedad, aceptando de esta manera su cruz, su sacrificio. Esta aceptación lo lleva indefectiblemente a vivir una muerte simbólica y su posterior resurrección (32) . La «casa», especialmente la casa materna, es como el capullo del cual Jack debe desprenderse para salir a una realidad totalizadora y así poder desarrollar las potencias que guarda en sí. Recordemos la escena en donde Jack / bebé mira en el televisor (cubo, lo terreno / estático) las tres células circulares (lo divino / la Trinidad). Y también la escena, cuando la madre de Jack le regala la caja (cubo) con las tres bolas (lo Trinitario) dentro. Si intentamos pensar analógicamente lo que Jack guarda en sí como potencia es lo divino, la Trinidad (las tres esferas), lo interior del hombre que debe abrirse paso para no ser ahogado por lo exterior, por lo que envuelve al hombre, lo terreno (el cubo). El gusano surge de nuevo a la vida dejando su antiguo ropaje y transfigurándose en un ser alado, la mariposa. Cuanta diferencia hay entre un gusano que se arrastra por tierra y la mariposa que puede elevarse hacia el cielo. Ese es Jack, que debe morir a lo terreno para elevarse a lo divino. Cuando Jack decide volver a la escuela lo vemos romper su «casa» de cartón estirando sus piernas y sus brazos, esta imagen nos remite a la escena del comienzo: cuando la mariposa rompe la crisálida y la abandona para volar. Jack ahora, como la mariposa, atraviesa la «muerte» y «resucita» transfigurándose en un nuevo ser. Y así, como aquella, puede elevarse hacia el Cielo. «Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre estos, sino que serán Sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.» (Apocalipsis 20, 6)

11. La estrella fugaz

«Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que hayan enseñado a muchos la justicia brillaran como las estrellas por los siglos de los siglos» (Daniel 12, 3)

La escena central de esta construcción simbólica se desarrolla en la habitación de Jack cuando su maestro le dice que tiene que aceptar ser una estrella fugaz, una luz esplendorosa que iluminará todo el cielo, aunque apenas por un instante. Jack le responde que él quiere ser sólo una estrella ordinaria. El maestro le contesta que no se puede hacer algo ordinario de lo que ya es extraordinario. En esta escena Jack está sentado, deprimido y cabizbajo, detrás de él podemos observar la pantalla de una lámpara con motivos de un cielo nocturno estrellado. Al comienzo de la película vimos a Jack sobre la cama tendida con sábanas que tienen dibujos de grandes estrellas color oro sobre un fondo azul oscuro. La última escena que viene a cuento describir, es la que se desenvuelve durante el epílogo (7 años después). Jack, ya anciano -índice de sabiduría en todas las Tradiciones, aunque tristemente nuestra época lo haya olvidado- está vestido con una toga de graduación de color azul oscuro. Y de todos los graduados, él es el único que lleva una estola de color oro. Estola, tiene una construcción fonética y etimológica similar a estela (33) . Ésta última es, como sabemos, la señal que deja en el cielo un cuerpo luminoso. La Estola que viste el sacerdote durante el ritual de la santa misa es símbolo del «… vestido de la santidad con que el sacerdote debe servir a Dios y brillar ante los hombres…» (34) Dado el carácter celeste de las estrellas se las presenta «… como símbolos del espíritu y, en particular, del conflicto entre las fuerzas espirituales, o de la luz, y materiales, o de las tinieblas» (35) . Este combate entre lo espiritual y lo material es el que tiene que librar Jack, quien necesita poner luz sobre las tinieblas que sobrevuelan su corta vida. Y esa luz sólo la encontrará en su interior. Al aceptar la fugacidad de su vida, Jack se transfigura en un ser luminoso. Adquiriendo de esta forma un nuevo hábito, su toga azul y su estola de oro. Jack es la estrella, el cuerpo luminoso que logró fundirse con el cielo / lo divino y así brillar para que todos lo vean. De ahí el auditorio que escucha atentamente las palabras de Jack, que se les y se nos presenta, ya que también somos sus espectadores, como un modelo a seguir. Jack al hacerse semejante a Cristo se acercó al Arquetipo Original, convirtiéndose él mismo en un «modelo ejemplar», es decir en un arquetipo que a través de su vida ejemplificadora nos insta a su imitación y por extensión a la de Cristo, quien dijo: » Sean perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.» «Y ten cuidado de hacerlo conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña.» (Exodo 25, 40)

12. El sendero llano

«…enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu espíritu bondadoso me guíe por una tierra llana» (Salmo 143, 10)

Por último, otro de los elementos que se reitera en Jack, es el «cordón de vereda». Veamos qué interpretaciones podemos extraer de este índice poco común. En su primer día de clases, vemos a Jack con los brazos extendidos y haciendo equilibrio sobre un cordón como si estuviera caminando por una cuerda floja. Si intentamos relacionar esta escena con los símbolos que venimos trabajando a lo largo de este ensayo, podemos «leer» que este equilibrio que Jack tiene que mantener se debe a la aparente tensión existente entre lo terreno y lo divino. En la segunda escena: Jack viene de ser rechazado por su maestra. Cae por una escalera sufriendo un infarto. Y luego de no aceptar el «regalo» de su madre (la caja con las bolas), escapa de su casa en busca de aquello que no pudo hallar en su maestra y se dirige a un Pub con la intención de encontrar a la madre de su mejor amigo, quien lo invitó en una escena previa creyendo que Jack era un hombre adulto. Luego de una noche desastrosa que para Jack concluye en la cárcel, vuelve a su casa deprimido, está lloviendo torrencialmente y comienza a caminar por el cordón de la vereda, lo hace durante un tramo hasta que ya no puede continuar porque éste está roto. Habíamos dicho que Jack agotó todas las posibilidades en el mundo terreno / material, el último intento que realiza es encontrar el polo opuesto, lo femenino. Primero es su maestra, más tarde la madre de su amigo. Recordemos que para poder ingresar a la casa del árbol Jack tiene que llevar una revista pornográfica. De esta forma es «iniciado» (por «abajo») en el reconocimiento de ese polo femenino. Esta busca del polo opuesto, solo puede darse en la horizontal, ya que lo femenino y lo masculino conforman juntos una dualidad (el número 2). Esta dualidad que se manifiesta en el plano de lo terreno / material se resuelve trazando la vertical, donde los dos polos se unen dando lugar a un tercer punto que los contiene, realizando así la síntesis. La figura geométrica de esta operación es el triángulo y el número que lo representa es el tres (3), símbolo de lo divino. Es interesante añadir que este cordón que ahora esta destruido, antes conducía a la casa materna de Jack, ya que la vemos a ésta a unos metros delante de él. Todo cordón de vereda que se precie de tal se extiende en la horizontal, este cordón destruido, este camino que se interrumpe abruptamente nos está indicando que el regreso a la casa materna, como toda vía o toda busca que se desarrolle en la horizontal, ya es imposible para Jack. Por este mismo motivo la busca del polo femenino resulta fallida. La busca de Jack, aún a tientas, es hacia arriba, hacia lo vertical, hacia el lugar donde las polaridades desaparecen, los opuestos se integran y lo terreno es iluminado desde otra dimensión. Jack solo tiene una vía y esa vía conduce al cielo. La tercer escena en la que aparece el elemento cordón es hacia el final de la película cuando Jack decide a pesar de las dificultades y de la opinión contraria de su madre volver a la escuela, aquí lo vemos ir corriendo hacia su clase. Esta carrera comienza a realizarse en el cordón de la vereda, que a diferencia del anterior es un cordón (un camino) que no presenta ningún tipo de obstáculo. Si relacionamos esta actitud de Jack de correr por el cordón, con la primera actitud de hacer equilibrio y la segunda, en donde Jack deprimido camina por el cordón que luego aparece roto, podemos hacer un seguimiento de los estadios (36) que atravesó Jack a lo largo de la película. Este tercer estadio se da cuando, luego de aceptar su cruz, el caminar se le hace más ligero, presentándosele el camino como un sendero llano. Jack corre como si la carga de su enfermedad, de su precariedad ya no pesaran. Esto es: al lograr ordenar los diferentes planos de la Realidad, subordinando lo terreno a lo divino y así inscribir la cruz en el círculo, es la divinidad, es decir Dios mismo quien carga la pesada cruz de Jack.

«Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (San Mateo 11, 28-30)

Ficha técnica:

«Jack» es una película dirigida por Francis Coppola
Protagonizada por Robin Williams, Diana Lane, Bill Cosby, Jennifer Lopez, Fran Drescher, etc.
Escrita por James De Monaco y Gary Nadeau
Música de Michael Kamen
Producida por American Zoetrope
Año de estreno 1997

Notas

1) Platón, Epinomis. Citado por Matila Ghyka en «El número de oro», Editorial Poseidón.
2) Padre Alfredo Saenz. Héroes y Santos, Editorial Gladius.
3) Nombre dado a nuestra época por Rene Guenon.
4) Lanza de Vasto, Simbolismo del número. Revista cielo y tierra n* 3 1982. Citado por Ancochea Germán en El simbolismo del número de Editorial Obelisco.
5) Rene Guenon, Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Editorial Eudeba.
6) El fuego se considera a menudo el elemento motor, que anima, transforma y hace evolucionar de uno a otro los tres estados de la materia, sólida (tierra), líquida (agua), gaseosa (aire). El ser de fuego simboliza el agente de toda evolución. El aire y el fuego son los principios masculinos y activos; y el agua y la tierra los principios pasivos y femeninos. Estos cuatro elementos: aire y fuego (principio masculino) y tierra y agua (principio femenino) unidos, dan lugar a la creación (especialmente a lo humano), de aquí la simbólica del cuadrado que da lugar a un orden cuaternario de la naturaleza y de las etapas de la vida humana: AGUA-AIRE-FUEGO-TIERRA / INVIERNO-PRIMAVERA-VERANO-OTOÑO / INFANCIA-JUVENTUD-MADUREZ-VEJEZ / FORMACIÓN-FLORECIMIENTO-CULMINACIÓN-DECLIVE, etc.
7) El cuadrado presenta un carácter de estabilidad, que simboliza a la manifestación solidificada, así como el modo de vida sedentario se expresa por la forma cuadrada de la ciudad, mientras que los campamentos y las tiendas nómadas son circulares. La construcción cuadrada de las ciudades es de larga data, tanto en un sin número de tradiciones religiosas pre-cristianas, como en el cristianismo. El modelo de este último lo encontramos en el Apocalipsis de San Juan, cuando nos habla de la forma de la Jerusalén celestial: «El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muralla. La ciudad es un cuadrado: su largura es igual a su anchura…» (Apocalipsis 21, 15-16) En la edad media, se edificaban ciudades cuadradas, teniendo en cuenta este modelo que enuncia el Apocalipsis. La ciudad, centro del espacio, es cuadrada, con cuatro puertas cardinales (Norte, Sur, Este y Oeste).
8) La casa, morada del hombre, se construía de acuerdo a esta simbología (lo de abajo es como lo de arriba). La forma tradicional del templo cristiano es asimilada a la figura de un hombre tendido, con la cabeza hacia el oriente. «La disposición de la iglesia material representa el cuerpo humano, pues la cancela, o el lugar donde está el altar, representa la cabeza, y la cruz de uno y otro lado, los brazos y las manos; por último, la otra parte, que se extiende desde el Occidente, todo el resto del cuerpo». Durand de Mende, citado por Jean Hani en «El simbolismo del templo cristiano». Editorial Olañeta.
9) Para explicarlo sucintamente: La Tabla Esmeraldina es un conjunto de máximas que conforman el cuerpo principal de la doctrina Hermética, originada en el antiguo Egipto. En la Edad Media la van a tomar y a hacer suya los alquimistas musulmanes, judíos y cristianos (entre estos San Alberto Magno, maestro de Santo Tomás de Aquino, quien también fue iniciado en el arte de la alquimia). Estas máximas son trece, nosostros transcribimos la segunda de ellas: «Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros del uno» En el Padre nuestro evangélico encontramos una analogía a esta máxima: «Que se haga tu voluntad así en la tierra como en el cielo». Aquí se habla de una analogía esencial entre el microcosmos (el hombre/lo terreno/el abajo) y el macrocosmos (lo divino/lo celeste/el arriba).
10) Lao Tse, Tao Te Ching.
11) Germán Ancochea, María Toscano. El simbolismo del número. Editorial Obelisco.
12) Idem anterior.
13) Idem anterior.
14) Lao Tse, Tao Te Ching, El Principio.
15) J. Chevalier y A. Gheerbrant, Diccionario de los símbolos. Ed. Herder.
16) El Siete, número por excelencia de la plenitud y totalidad aparece como culminación de los días de la creación. En el día séptimo, culminando el proceso creador, Dios Padre descansa. Dios creo al mundo en 6 días, para realizarlo, tuvo que salirse de sí mismo, dando lugar a la creación. Al séptimo día descansó, esto es volvió hacia sí, hacia la totalidad.
17) «Clemente de Alejandría dice que de Dios, «Corazón del Universo», parten las indefinidas extensiones que se dirigen hacia arriba, abajo, derecha, izquierda adelante y atrás; dirigiendo su mirada hacia estas seis extensiones como hacia un número siempre igual, él acaba el mundo; él es el principio y el fin (el alfa y el omega); en él se acaban las seis faces del tiempo y de él reciben su extensión indefinida; he ahí el secreto del número 7″. Citado en «El simbolismo de la cruz» de René Guénon. Editorial Obelisco.
18) Los medios por los cuales estos chicos aceptan a Jack, son el basquet y el andar en bicicleta, es decir por lo circular. En estas escenas son preponderantes las figuras circulares (pelota de basquet, aro, bicicletas, etc.)
19) Recordemos lo dicho sobre el Ternario (1 + 2) y sobre la Santísima Trinidad.
20) El árbol arquetípico que une cielo y tierra es el árbol prohibido por el cual cayeron nuestros primeros padres, Adán y Eva. Este árbol, eje del mundo, así como une lo celeste con lo terreno, también lo separa. Objeto del pecado, abrió nuestros ojos externos para cerrar los ojos de nuestro interior. Es de este árbol, cuentan algunas Tradiciones, del que fue construida la cruz en la cual crucificaron a Cristo.
21) «Yo no los llamo servidores… los llamo amigos porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre» (Juan 15, 15).
22) René Guénon, Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Editorial Eudeba.
23) Jesucristo es crucificado a la hora tercera, comienza su agonía a la sexta y muere a la novena: «Consumatum est», es decir «Todo se ha consumado»… y Jesús vuelve al Padre, a la Unidad (el número 10). Recordemos que 9 (nueve) son los meses del embarazo. Es decir 9 (nueve) son lo meses, el ciclo que tiene que cumplimentar el nuevo ser para «salir» a la vida.
24) René Guénon, Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Editorial Eudeba.
25) Jean Daniélou. Los símbolos cristianos primitivos. Biblioteca Marcaba.
26) Laus Deo et Agno: «Gracias a Dios y al cordero».
27) Leopoldo Marechal. Descenso y ascenso del alma por la belleza, Editorial Vórtice.
28) Con esta aclaración comienza el epílogo de Jack.
29) Dibujo y texto extraído del libro «La geometría sagrada» de Robert Lawlor. Editorial Debate.
30) Angel Faretta. Del ensayo: «Cine, La superficie de las cosas». Revista Fierro. Todas la notas de la revista Fierro fueron editadas en 2008 por Editorial Djaen bajo el iluminador título de «Espiritu de Simetria». Angel Faretta es el más grande crítico de cine contemporaneo que desarrolló una teoría propia a la cual este ensayo le está en deuda.
31) J. Chevalier y A. Gheerbrant, Diccionario de los símbolos. Editorial Herder.
32) En algunas creencias populares, el alma solía imaginarse como una mariposa que escapaba del cuerpo después de la muerte. Los griegos llamaban «psique» a la mariposa. Psique, significa «alma».
33) Estrella en latín es Estella.
34) Padre Alfredo Sáenz. El Santo Sacrificio de la Misa. Ediciones del cruzamante.
35) J. Chevalier y A. Gheerbrant, Diccionario de los símbolos. Editorial Herder.
36) Estos estadios podemos relacionarlos con el simbolismo de la mariposa y con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Bibliografía

Aeropagita, Dionisio. Obras completas. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España.

Ancochea, Germán y Toscano, María. El simbolismo del número. Biblioteca de los símbolos, dirigida por Jaime Cobreros y Julio Peradejordi para Ediciones Obelisco. Barcelona, España.

Biblia de Jerusalén Imprimatur: 1975. Editorial Desclee de Brouwer Bilbao, España. Evangelio de San Lucas 9, 23. Salmo 15, 1. Romanos 8, 14-17. Evangelio de San Juan 11, 25. Apocalipsis 20, 6. Salmo 143, 10. Evangelio de San Mateo 11, 28-30. Apocalipsis 21, 15-16

La Biblia, El libro del Pueblo de Dios Imprimatur 1986. Traducción, plan de la obra y notas Pbros. Armando J. Levoratti y Alfredo B. Trusso. Versión digitalizada por la Fundación Clivus y fundación Epson. Bs. As. Argentina. Isaías 52, 13. Daniel 12, 3. Evangelio de San Mateo 5, 48. Exodo 25, 40. Evangelio de San Juan 15, 15.

Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain. Diccionario de los símbolos. Traducción de Manuel Silvar y Arturo Rodriguez.Editorial Herder. Barcelona, España.Corominas, J. y Pascual, J. A.1983.

Diccionario crítico etimológico castellano e hipánico. Editorial Gredos. Madrid, España.

Daniélou, Jean. Los símbolos cristianos primitivos. Traducción de Concepción Munuera. Biblioteca Mercaba. Bilbao, España.

Faretta, Ángel. Cine, la superficie de las cosas. Revista Fierro. Bs.As. Argentina.

Ghyka, Matila. El número de oro. Traducción de J. Bosh Bousquet. Editorial Poseidón.Barcelona, España.

Guenon, Rene. El simbolismo de la cruz. Traducción de Joan Mateu i Rotger. Ediciones Obelisco.Barcelona, España.1962.

Guenon, Rene. Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Traducción de Juan Valmard. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Bs. As., Argentina.

Hani, Jean. El simbolismo del templo cristiano. Traducción de Jordi Quingles. osé J. De Olañeta, Editor. Barcelona, España.

Lao Tse. Libro del Tao. Traducción de Juan Fernández Oviedo. Ediciones Andrómeda. Bs.As., Argentina.

Lawlor, Robert. Geometría sagrada. Traducción de María José García Ripoll. Editorial Debate.Madrid, España.

Saenz, Alfredo. Héroes y santos. Editorial Gladius. Bs. As., Argentina.

Saenz, Alfredo. El santo sacrificio de la misa. Ediciones del Cruzamante. Bs. As. Argentina.

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