Walter Ferrarotti

junio 6, 2009

Las dos Mujeres

LAS DOS MUJERES

ESTE ES EL ROMANCE DE ANICETO Y FRANCISCA, DE CÓMO QUEDO TRUNCO, COMENZÓ LA TRISTEZA Y UNAS POCAS COSAS MÁS…”

DE LEONARDO FAVIO

POR WALTER FERRAROTTI

1. LUCÍA Y FRANCISCA. LOS ARQUETIPOS.

El mundo de Aniceto gira en torno a su gallo de riña Blanquito y las mujeres, Francisca al inicio y Lucía al promediar el relato. Francisca a quien Aniceto llama “santita” es un ser diurno. La mayor parte del tiempo la vemos de día cumpliendo con su trabajo de mucama, prendiendo velas a una santa, paseando por un parque con Aniceto, haciendo sus quehaceres domésticos y cuidando de Blanquito y de su hombre como una madre protectora. Solo la vemos de noche cuando, intranquila porque presiente el acecho del fantasma de la infidelidad, espera en el silencio de la pieza el regreso de Aniceto; y cuando truncado ya el amor lo abandona alejándose por una oscura callejuela de tierra, tragada por la noche. Lucía, que para Aniceto es su “putita”, es un ser noctámbulo. Aniceto va a su encuentro en el club social del pueblo (la Cieneguita) dónde Lucía concurre a los bailes de los sábados por la noche y más tarde la vemos discutir con Aniceto en la calle, también con la noche comoLilithQoN marco. Solo irrumpe durante el día cuando va a buscar agua a la bomba de la barriada. En ese lugar coincide primero con Aniceto y más tarde con Francisca en el único encuentro que tienen las dos mujeres. Convergiendo por un instante, al amanecer -frontera del día y la noche-, lo diurno (Francisca) y lo nocturno (Lucía). Lucía es una mujer independiente, mira de igual a igual al hombre y es señora de sí misma: “¿Qué…? Últimamente soy dueña ¿no?” le dice a Aniceto cuando se niega a ir a vivir con él. En ella podemos ver la función del arquetipo de la mujer fatal. En su obra “La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica”, Mario Praz desvela la genealogía de la mujer fatal en la literatura romántica descubriendo en Lilith, la diosa mesopotámica, uno de los antepasados de dicho arquetipo[1]. En los Midrash de la tradición rabínica, Lilith fue creada de polvo como Adán y abandona el paraíso porque no quería estar sujeta al dominio del hombre[2]. Lilith procede del hebreo Lil, que significa noche, y la traducción de Lilith es nocturna, oscura, ausente de luz. Lucía significa luz, pero podemos asociarlo a lo oscuro si lo relacionamos con el nombre del ángel más bello Lucifer[3], con quien comparte la misma raíz -lux-, y significa “él que porta la luz”. Éste ángel al juzgar que la belleza que ostentaba no era reflejo de la fuente divina sino que le era propia, cae fatalmente por soberbia en el abismo de las tinieblas. La corrupción de lo mejor es lo peor y así el ángel de luz se convierte en el ángel de la oscuridad[4].

Una vez que Lilith abandona el paraíso, Dios crea a Eva de una costilla de Adán[5]. Y más adelante luego de probar del fruto prohibido Dios le dice a la mujer: . Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.[6]. Condenando de esta manera a Eva a entregarse a la autoridad de su esposo Adán y a ser la madre de su prole. En el primer encuentro entre Francisca y Aniceto, éste camina hacia ella por un corredor de frondosos árboles y más adelante los vemos en un paseo por un parque, la cámara los va descubriendo detrás del follaje de unos árboles exuberantes. Estas escenas con su simbolismo vegetal (y su atributo de fertilidad) guardan una reminiscencia edénica, estableciendo un vínculo analógico entre la relación de Francisca y Aniceto y el mito adámico.

“Eva y Lillith, en principio, representan el mismo arquetipo, sin embargo, esta figura ha sido separada, condenando a Lillith a vivir en la sombra. Mientras Eva representa la esposa y madre protectora que se adapta al hombre y a vivir bajo su dominio, Lillith muestra (…) la búsqueda de la satisfacción sexual propia y cuya finalidad no es la maternidad. Eva está ligada a la primera parte del ciclo lunar, creación y procreación; Lillith a la luna menguante y la menstruación, que de forma simbólica representa la muerte del niño potencial, del óvulo no fertilizado.”[7]

Estas dos mujeres-arquetipos, Lilith y Eva, se reflejan en los personajes de Lucía y Francisca. Aniceto-Adán, como paradigma del Hombre, se debate entre estas dos mujeres-arquetipos, Francisca-Eva y Lucía-Lilith. Francisca, la diurna, es aquella que acepta la autoridad de su hombre, lo cuida como si fuera una madre y lo mantiene mientras él vagabundea entre peleas de gallos y riñas callejeras que terminan en la cárcel. Lucía es la mujer fatal, la nocturna, el fruto prohibido, la sexualidad sin procreación, la dueña de su propio placer y que se para frente al hombre en términos de igualdad. Cuando Aniceto echa a Francisca y le propone a Lucía que se vaya a vivir con él, ella se niega. Lucía no puede ser “la mujer de…” su función es ser “la otra”. Y cuando los términos de esta relación entre Aniceto y ella mudan, y se avecina la posibilidad de dejar de ser “la otra”, Lucía rompe el vínculo dejando a Aniceto a la deriva e inmerso en la oscuridad.

1. ANICETO. LUZ Y TINIEBLAS.

(3)Dijimos que Aniceto se debate entre dos mujeres, la diurna y la nocturna. Esta batalla tiene su correlato simbólico en la riña de gallos. La pelea del gallo blanco de Aniceto contra un gallo negro, es índice del combate entre la luz y las tinieblas, batalla que se cifra en el alma de Aniceto. El gallo como figura simbólica también aparece representado en un cuadro que posee Francisca y que ella cuelga en una de las paredes de la pieza cuando oficia de “ama de casa” y que arrastra consigo cuando deja a Aniceto. En el centro del cuadro se despliega la sábana santa con la faz de Cristo sostenida por dos ángeles, desde la línea de tierra dos columnas se yerguen hasta el borde inferior de la sábana santa y dos gallos están posados sobre los capiteles de cada una de las columnas; y en el extremo inferior del cuadro yace una impasible calavera. El sentido más evidente que emerge de este ícono es el señorío de sabana-santaCristo sobre la muerte (la calavera); y los gallos, cuya función es agorar el nuevo día, la nueva luz, anuncian el triunfo de Cristo (el día – la luz) sobre la muerte (la noche – las tinieblas). Antes habíamos relacionado a Francisca y a Lucía con “lo diurno” y “lo  nocturno”, y el único encuentro entre ellas se produce durante el amanecer, frontera entre el día y la noche, límite que es anunciado por el canto del gallo. Recordemos que en esta escena se le revela a Francisca la infidelidad de Aniceto, al descubrir el anillo que lleva Lucía y ésta al verse desenmascarada se retira enfurecida. La luz del día vence las tinieblas de la noche, y Francisca obtiene la revelación de la infidelidad de Aniceto con las primeras luces del alba, cuando la noche va quedando atrás. En el cuadro de Francisca se anuncia la prevalencia de la luz sobre las tinieblas. Cuando ésta se lleva el icono de la sábana santa junto con un cuadrito de la Virgen, el único cuadro que sobrevive a la partida de Francisca es el retrato de un perro; índice éste de la asimilación de Aniceto a “lo animal” desde el momento que pierde a su “santita”. Ahora, Aniceto se abisma en la vida nocturna cautivado por las artes seductoras de Lucía. El cuadro de Francisca alude a un orden jerárquico -vertical- de lo luminoso por sobre lo tenebroso, orden que se invierte para Aniceto cuando Francisca lo abandona y se lleva el cuadro con ella. Cuando vivía con Aniceto, Francisca cuidaba de Blanquito estableciéndose entre éstos, en un plano simbólico, una relación afín y complementaria[8]. El 8gallo simbólicamente es un ser luminoso porque anuncia la llegada del sol (Cristo) y Francisca es un ser diáfano porque su vida se desarrolla durante la luz del día, y la noche se le revela como el tiempo de la espera angustiosa, la incertidumbre y la conclusión del amor. Por el contrario la relación entre Lucía y el gallo es de oposición, porque aquella se asimila a lo nocturno, lo oscuro y el gallo pregona su final. Aniceto, cegado por el deseo hacia Lucía (lo nocturno), puede prescindir del gallo (lo luminoso). Y así, en la noche sin fin, Aniceto traiciona a Blanquito y lo vende por unos pocos pesos; para, con ese dinero, reconquistar a la mujer fatal. Ante la imposibilidad de recuperar a Lucía, Aniceto repara en el error que cometió al vender a su gallo y al advertir que el futuro de su compañero es la muerte decide rescatarlo. Aniceto escucha el canto de Blanquito vaticinando la partida de la noche y la llegada del amanecer, este canto le inspira valor e ingresa furtivamente al gallinero. El nuevo dueño de Blanquito lo descubre y le dispara con un arma de fuego. Aniceto muere abrazado a su gallo, mientras el sol comienza a nacer y la luz del nuevo día lo cubre de una diáfana claridad, reafirmando el poder de luz sobre las tinieblas y rectificando, in extremis, el orden invertido.

3. FICHA TÉCNICA

“Este es el romance de Aniceto y Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…”

Dirección: Leonardo Favio
Guión: Carlos Flores y Leonardo Favio
sobre el cuento «El cenizo» de Jorge Zuhair Jury
Música: Antonio Vivaldi y Los Wawancó
Fotografía: Juan José Stagnaro
Montaje: Antonio Ripoll y Armando Blanco
Reparto: Elsa Daniel, Federico Luppi, María Vaner, Edgardo Suárez
Argentina / Año 1966

4. BIBLIOGRAFÍA

  • Biblia de Jerusalem. Ed.  Desclee de Brower.

Génesis II. 21,22 / Génesis III. 16 / Isaías XIV. 12,15

  • Chevalier,  Jean y otros.

«Diccionario de los símbolos». Ed. Herder.

  • Graves, Robert.

“Los mitos hebreos. El libro del Génesis·. Ed. Losada.

  • Juarros, Laura.

“Arquetipos y sexualidad femenina”. Revista Frida nº 5/6 2006.

  • Praz, Mario.

“La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica”. Ed. El acantilado.

Notas:

[1] Praz incluye junto a Lilith “… a las fábulas de las Arpías, de Sirenas, de Gorgonas, de Escila, y de la Esfinge” y más adelante a las Coéforas de Esquilo: “El coro recuerda las fatales intenciones de una Altea asesina del propio hijo, de una Escila asesina del padre, de una  Clitemnestra asesina del marido…” (Mario Praz, “La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica”. Ed. El acantilado).

[2] Una de las disputas entre Adán y Lilith se origina en la posición sexual que debían adoptar, él quería situarse encima de ella cosa que Lilith no podía permitir ya que ambos habían sido creados de polvo y estaban en un mismo nivel de igualdad. Lilith no tolera esta situación y utilizando sus artes consigue el nombre secreto de Yahveh, y al pronunciarlo le surgen alas en su espalda y las utiliza para abandonar el paraíso volando, convirtiéndose en una mujer-demonio que roba el semen de los hombres y acosa a las parturientas y a sus hijos recién nacidos.

[3] Luci-fer es una palabra latina compuesta, que significa «portador (fer, de fero, ferre = llevar) de la luz» (lux, lucis; plural, luces). Lucifer es el nombre del Lucero del alba, que en latín se llamaba Lucifer y en griego lo llamaban ewsjoroV (heosfóros),»el que trae la aurora», «el portador de la aurora» (en la biblia Isaías llama a Lucifer: “Lucero, hijo de la Aurora”). El lucero del alba es el planeta Venus, su luz refleja se puede ver en el cielo oscuro de la madrugada, momentos antes de la aparición del Sol, por este hecho se interpretaba que era el portador de la luz, preanunciando el comienzo del día, responsable de interponerse entre lo nocturno y lo diurno. El brillo de Venus (Lucifer) previo a la salida del sol habría sido interpretado como un acto de soberbia de la luminaria menor para con la estrella solar. Este fenómeno astronómico sirvió de base física para la construcción simbólica del mito Luciferino.

[4]“¡Como has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora! ¡Has sido abatido a tierra, dominador de naciones! Tú habías dicho en tu corazón: «Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el monte de la Reunión, en el extremo norte. Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al altísimo. ¡Ya!: al seol has sido precipitado, a lo más hondo del pozo.»” (Isaías XIV. 12,15. Biblia de Jerusalem)

[5] “Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre.” Génesis II. 21,22

[6] Génesis III. 16

[7]Laura Juarros, “Arquetipos y sexualidad femenina”. Revista Frida nº 5/6, 2006

[8] Reconociendo que estamos bordeando el límite de la interpretación igualmente vamos a aventurarnos a descifrar la relación simbólica que existe entre el significado del nombre Francisca y el gallo. Francisca/o del latín “Franciscus” significa “francés”, es decir nacido en Francia. Y Francia tiene como símbolo nacional al gallo quien aparece ya en la edad media en las monedas galas. En Galia (Francia), la palabra latina «Gallus» significaba tanto gallo como galo.

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